Puede que Olvido Gara sea uno de los máximos exponentes de aquel boom patrio conocido como La Movida. Ella y su forma de ver el mundo, de vivirlo y pasearse por él, quedaron marcados por siempre en el imaginario colectivo. Tras Alaska y los Pegamoides, la mexicana junto a su inseparable Nacho Canut y a Carlos Berlanga formaron Alaska y Dinarama, uno de los máximos exponentes de la fiebre ochentera.
En el 83 publicaron su álbum Canciones Profanas del que recordamos títulos como Crisis, Rey del Glam y el fantástico Perlas Ensangrentadas, canción en la que recrean parte de esa atmósfera gris, entre lo siniestro y lo cautivador, que se coló en aquella nueva España socialista. El sexo, las drogas, el destape y la fatalidad casi mística eran la tónica de aquellos bares en los que se vivía al día porque, en realidad, a quién le importaba mañana.
La interrogué en el camerino
Sobre la muerte de Renee
Me contestó con evasivas
No sé, no sé, no sé, no sé
Vámonos
Me dijo tengo que hablarte de unas
Perlas ensangrentadas, flores pisoteadas.
Perlas ensangrentadas, flores pisoteadas.
Renee fue solo un instrumento
Una fachada nada más
A mi me llegará el momento
Me dijo con tranquilidad
Vámonos
Me dijo tengo que hablarte de unas
Perlas ensangrentadas, flores pisoteadas.
Perlas ensangrentadas, flores pisoteadas.
La acompañé hasta su casa,
nos despedimos sin hablar
Aquella fue la última noche,
tres tiros la hicieron callar
Recordé su frase,
aquella historia sobre
Perlas ensangrentadas, flores pisoteadas.
Perlas ensangrentadas, flores pisoteadas.