Gioacchino Rossini nació en 1792 en Pesaro en una familia de músicos modesta pero que le proporcionó una formación musical extraordinaria. Que el joven Gioacchino pudiera acceder a las partituras de Haydn y Mozart, algo poco habitual entonces en Italia, marcó definitivamente su estilo y le dio un lenguaje vivo y variado, en parte anclado en el pasado pero con un manifiesto ritmo moderno que cautivó a gran parte de los aficionados y profesionales de su tiempo.
En 1812, Rossini estaba sólo al principio de su carrera. Con el fin de debutar en el Teatro de la Scala, tenía que hacer una buena ópera para que los gestores del mejor teatro de Milán le confiaran un nuevo trabajo. Hasta entonces la carrera de Rossini había ido a buen ritmo, y desde entonces fue fulgurante. Tras una breve etapa de éxitos con farsas en un acto, el trabajo que lo encumbró definitivamente fue La pietra del paragone -La piedra de toque-, una ópera, o melodramma giocoso en dos actos con música de Gioachino Rossini y libreto en italiano de Luigi Romanelli que se estrenó en el Teatro de La Scala el 26 de septiembre de 1812, siendo el primer encargo que el compositor tuvo de un gran teatro de ópera. El éxito de La pietra del paragone fue inmediato, siendo representada 53 veces durante la primera temporada y tan entusiasta que, como nos recuerda Stendhal la gente vino corriendo desde todas las ciudades en un radio de veinte leguas.