La tragedia es un concepto que, con mayor frecuencia de la deseada y para desgracia de quienes la padecen, forma parte de la vida. Entre la ruptura de una relación de amor hasta una muerte temprana hay todo un abanico de situaciones que pueden calificarse como trágicas. Como representación de la vida misma, los antiguos griegos introdujeron la tragedia como género literario, y desde Sófocles, Eurípides y Esquilo hay dos elementos que son indispensables para que una obra literaria pueda calificarse de tragedia, el final infeliz y la presencia del héroe trágico, llámese Hamlet, Lear o Medea. Y también en la música se deja sentir lo trágico, generalmente asociado a algún momento adverso vivido por el compositor.
Así, la Cuarta sinfonía de Schubert, la Sexta sinfonía de Brian y la Sexta sinfonía de Mahler comparten el sobrenombre de Trágica con esta Obertura trágica, Op. 81 de Johannes Brahms. Pero, en el caso de la Obertura trágica de Brahms, no se cumple ninguna de las condiciones que hemos apuntado, sino que la historia de ésta tiene que ver con la de otra obertura de Brahms, la llamada Festival académico, compuesta en 1879 en agradecimiento a la Universidad de Breslau por haberlo galardonado con el doctorado honoris causa. Parece ser que la vena romántica y melancólica de Brahms necesitaba de un contrapunto al alegre y optimista Festival académico y en aquel momento el compositor sintió la necesidad de componer otra obertura que contrastase.
La historia señala que la Obertura trágica, escrita en 1880, fue estrenada simultáneamente con la obertura Festival académico el 4 de enero de 1881 en la ciudad de Breslau, con el propio Brahms como director de la orquesta.