Brahms no tenía estudios universitarios, pero eso no supuso impedimento alguno para que recibiera dos doctorados honoris causa, uno por la Universidad de Cambridge y otro por la de Breslau, ciudad polaca que entonces pertenecía a Alemania. Como muestra de agradecimiento, el director de música de esta última universidad le sugirió que escribiera una nueva composición a la altura de la distinción recibida.
Parece ser que la universidad esperaba otra cosa y que la sorpresa fue mayúscula cuando el día de la investidura, 4 de enero de 1881, Brahms desveló que la Obertura para un Festival Académico que había compuesto estaba basada en cuatro alegres canciones de taberna universitaria, entre ellas el himno Gaudeamus igitur. Después de una introducción serena, parece ser que los estudiantes presentes comenzaron a reconocer la melodía y empezaron a corear sus letras, de corte generalmente inconveniente, mientras los profesores no salían de su asombro ante la desvergüenza de Brahms.
Pero Brahms sabía que podía decepcionar y que su idea no sería bien recibida, así que adelantándose a los acontecimientos había escrito la Obertura Trágica, presentada también el día de la ceremonia.