Diez canciones acústicas y grabadas en directo son el alma del octavo disco de Lori McKenna, “Numbered Doors”, con la producción de Mark Erelli, un cantautor multi-instrumentista que ha sido miembro de la banda de Josh Ritter y con más de una docena de álbumes propios. Lori quería grabar con Mar, en un par de sesiones de estudio, cuatro o cinco canciones nuevas para un Ep. A solas, uno al lado del otro, tocando y cantando. Llegó la magia y las canciones quedaron listas el primer día. Así que en la segunda jornada de grabación, hicieron otras cinco canciones más y completaron un delicioso Lp.
Lori creció en Massachusetts en un ambiente muy familiar, su padre era un excelente cantante y su madre tocaba el piano. Dos de sus hermanos mayores escribían canciones y uno de ellos fue el que la animó a que fuera cantante. Sin embargo su carrera empezó tarde, cuando ya tenía 27 años, un marido con tres hijos de un matrimonio anterior y otros dos más en común. La familia es uno de los temas más importantes en la vida de Lori McKenna, pero también en sus canciones, donde recoge imágenes de su entorno de clase obrera, de gente normal y sencilla, trabajadora, sus vecinos, de los aspectos domésticos de cada día. Es una cronista de su entorno y habla de lo cotidiano, de los sentimientos que se ven, que se sienten alrededor.
Poco a poco, Lori se fue haciendo un hueco en la escena de la música Americana, folk, country y de raíces de Boston, en donde conoció a Mary Gauthier. Cuando ésta se trasladó a Nasville, le habló a su editor del talento de Lori y poco después sus canciones cayeron en manos de la cantante Faith Hill y obtuvieron una repercusión inusitada. Este eco le propició un contrato, grabaciones en Nashville, viajes, apariciones en la tele... el éxito. Algo difícil de compaginar con su gusto por la vida más tranquila. Así que vuelta al principio.
Actualmente Lori MCKenna edita en un pequeño sello y realiza sus giras sin presiones. Y así llega “Numbered Doors”, un álbum cuya inspiración surgió en esas habitaciones en las que los músicos intentan descansar entre concierto y concierto y con muchas horas de carretera. Habitaciones de motel en las que se respiran las historias que allí han ocurrido. Parejas haciendo el amor, mil promesas realizadas, las mentiras contadas, la desesperación, la nada, alguna oración. Historias a veces muy cercanas y en otras ocasiones tan distantes que parecen inexplicables. En ese ambiente, tan lejos de casa y de todo, sólo y con una guitarra, ¿quién no escribe una canción?
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