Rock

Clapton is God

El tiempo también pasa para el dios de la guitarra pero su divinidad no se resiente.

Un día alguien escribió en la pared de la estación de Islington, en el metro de Londres: “Clapton is God”. Era un otoño lluvioso (como cualquier momento del año) de 1967 y un fotógrafo tomo una instantánea de aquel grafiti y la pintada pasó a la historia y Eric Clapton que ya era una estrella, se convirtió en leyenda. Según sus propias palabras, siempre quiso ser el mejor guitarrista del mundo pero esto se lo tomaba como un sueño, como una meta inalcanzable. El problema, tal vez, es que lo alcanzó. Y probablemente muy pronto.

Eric Clapton nació en Ripley, en el condado de Surrey, el 30 de marzo de 1945, poco antes del final de la II Guerra Mundial. Su padre era un piloto de avión canadiense destinado en Inglaterra que, digamos, pasaba por allí. Tanto que se volvió a casa con su señora esposa dejando a una familia en la que los abuelos se hicieron pasar por padres, la madre por hermana y el hijo… el hijo terminó siendo dios. Y aunque eso de ser considerado una divinidad parezca un chollo, no lo debe ser tanto ya que a los 15 años empezó a consumir alcohol y drogas, todas, probablemente sin excepción. Pero lo que son las cosas, su mayor problema fue la bebida, ya que era una auténtica esponja, lo que pasaba por un par de botellas de vodka, entre algún que otro trago mañanero, unas cervecitas, alguna copita de vino y un copazo de vez en cuando. Todo esto le terminó en un par de intentos de suicidio, una vez con pastillas y otra colgándose de un árbol. Afortunadamente ambos fallidos.

Por supuesto que esa vida no es vida y que sus relaciones se resintieron enormemente. Según el propio Clapton ha contado más de una vez, incluyendo alguna biografía, hasta que no cumplió los treinta nunca mantuvo relaciones sexuales sin haber tomado drogas o estando sobrio. Y eso que intentó reformarse En 1987 inició un peregrinaje por un sinfín de clínicas para desintoxicarse que felizmente terminó doce años más tarde. Dos matrimonios, uno con la famosa Pattie Boyd, la de la canción “Layla”, y otro con Melia MCEnery. Una hija, Ruth, nacida de una relación con una mánager y que ya le ha hecho abuelo, otro, Conor, con una modelo italiana, Lory Del Santo, y que falleció trágicamente al caer desde un rascacielos de Manhattan. Un duro golpe que Clapton supo verbalizar a través de una preciosa canción, “Tears In Heaven”. Y otras tres hijas, Julie, Ella y Sophie, fruto de su último matrimonio. Finalmente se ha convertido en un hombre familiar. Mucho más humano.

El pasado verano, Eric Clapton anunció que dejaba la música, que abandonará la guitarra. Al parecer sufre una enfermedad de origen nervioso que paraliza la mitad de su cuerpo impidiéndole tocar. Todo empezó con un dolor en la espalda que se transformó en una neuropatía periférica y cuando toca la guitarra sufre fuertes dolores que, según descripción del propio músico, son algo parecido a una descarga eléctrica. El tiempo no respeta a nadie y el físico del genial músico se resiente, tal vez por su historial o simplemente por ley de vida. Clapton tiene un cuerpo humano.

Pero ahora, al cumplir 72 años, cualquiera que repase su carrera y compruebe que pasó por los Yardbirds, la mejor banda de rhythm and blues británica que ha existido, por la mejor fábrica de guitarristas de la historia: John Mayall & The Bluebrakers, el trío más apabullante del rock, Cream, que ha estado en Blind Faith, con Delaney And Bonnie And Friends, un histórico paso por Derek And The Dominos y que además posee una larga y solvente carrera en solitario, una innumerable colección de históricas colaboraciones (entre otras en “While My Guitar Gently Wweeps” del “White Album” de The Beatles) y que desde muy joven se ganó la aceptación y el respeto de los más importantes músicos de blues, la música que siempre ha amado…, se dará cuenta de que es un músico sencillamente excepcional.

Al escucharle, al verle, al sentirle… queda claro que, con apariencia humana y mortal, Eric Clapton Es Dios. Felicidades.

“Pretending” es la canción que abría su undécimo disco en solitario, “Journeyman”, publicado en noviembre de 1989. Producido por Russ Titelman, tiene ese sonido ochentero que ha quedado tan desfasado hoy en día. Sin embargo, la voz de Eric, que aunque nunca fue una maravilla, siempre tuvo bastante encanto y aquí lo vuelve a mostrar. Y la guitarra… siempre la guitarra. La versión del videoclip pertenece a una grabación en directo en el Royal Albert Hall en 1990.

 

How many times must we tell the tale?
How many times must we fall?
Living in lost memory
You just recalled

Working on the sound of the band
Trying to get the music right
Two go out working
Three stay home at night

That's when she said she was pretending
Like she knew the plan
That's when I knew she was pretending
Pretending to understand

Pretending, pretending
Pretending, pretending

Satisfied but lost in love
Situations change
You're never who you used to think you are
How strange

I get lost in alibis
Sadness can't prevail
Everybody knows strong love
Can't fail

Don't be pretending about how you feel
Don't be pretending that your love is real
Don't be pretending about how you feel
Don't be pretending that your love is real.

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