Este otoño se publicó por fin el nuevo disco de Marilyn Manson, “Heaven Upside Down”, el décimo álbum de estudio en la carrera de Brian Hugh Warner, que es el verdadero nombre de este cantante y compositor norteamericano. El plan inicial era haber lanzado este Lp el día de San Valentín y haberle bautizado con el título de “Say10”. Sin embargo su edición se retrasó por diversas causas, entre ellas que a su autor no le satisfacía cómo estaba quedando hasta ese momento, a que sus compromisos de gira con la banda le impedían rematarlo a su gusto, a una serie de películas del productor Tyler Bates que estaban en marcha y especialmente a la muerte del padre de Manson durante su grabación. Finalmente, el 6 de octubre el disco vio la luz con el título antes mencionado de “Heaven Upside Down”, fue publicado a través de Loma Vista Recordings y Caroline Internacional e lleva una dedicatoria del músico a su padre recientemente fallecido. En el fondo y a pesar de su imagen, y como ya ha demostrado en más de una ocasión, es un tipo sentimental y sensible. No se come a nadie.
Pero una cosa no quita la otra. Su aspecto sigue siendo inquietante y su música, aunque ya no es tan intranquilizadora como antes (ahora suena más cotidiana), sigue potente y opresiva. En la temática de sus canciones, Marilyn Manson insiste en su línea y para el nuevo álbum se ha centrado en la violencia, el sexo, la política y… el amor.
Los diez cortes que componen el nuevo trabajo fueron grabados en Los Angeles por muchos de los músicos que actuaron en “The Pale Emperor”, su disco de 2015. Ahí están de nuevo sus fieles escuderos, Tyler Bates, atento a toda la instrumentación que se tercie, el sonido, la grabación, la mezcla y la producción, y Gil Sharone haciendo retumbar la batería. No está, sin embargo, el veterano bajista Twiggy Ramírez, con el que sí que contaba inicialmente el cantante pero que fue expulsado de la banda poco después de la publicación del LP, tras las acusaciones de agresión sexual que le hizo una ex novia. Su puesto lo ocupó Juan Alderete.
El álbum es una aproximación a los primeros tiempos de la banda. Quizás un poco más violento y menos sentimental que su anterior trabajo. También es más pesimista, ya que describe un mundo casi de pesadilla, dominado por un capitalismo salvaje, desmoralizado por todas las promesas rotas que anunciaban una vida mejor para todos. La incertidumbre reina, las libertades se recortan una y otra vez. La realidad se vuelve tétrica y cada vez más fea y más real. Incluso Manson se refiere a ella convertida en un presidente temerario y casi apocalíptico. Las personas se han vuelto invisibles. El mundo es de los muertos. Muy Marilyn Manson, ¿qué no?.
“KILL4ME” es el segundo sencillo que se extrae del álbum y, sobre una amalgama de rock y blues, es una de las piezas más asequibles del mismo. Pegadizo y directo. Para su difusión se ha realizado un vídeo en el que se muestra una instantánea de cine negro, con romance, sexo y caos. El protagonismo se lo reparten un Marilyn Manson que pide a sus fans devoción y que resulta tan impactante como de costumbre, disfrazado de sí mismo y de su personaje, y el famoso actor Johnny Deep. Este último que se ve envuelto en una especie de orgía a la que es invitado a participar en la casona del cantante que anda por ahí ataviado de monstruo rockero (entre vampiro, rock star y gótico apocalíptico y desconsolado). El director de este clip ha sido Bill Yukich. Pavoroso (a ratitos).
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