Aída es una ópera en cuatro actos de Giuseppe Verdi y libreto de Antonio Ghislanzoni, basado en un guión escrito por el egiptólogo francés Auguste Mariette. Estrenada en el Teatro de la Ópera de El Cairo el 24 de diciembre de 1871, la acción se desarrolla en el antiguo Egipto, en Menfis y Tebas y narra la historia de Aída, una princesa etíope capturada como esclava, y Radamés, militar al servicio del faraón que se divide entre su amor y la obediencia a su señor.
Sin duda, Aída es una de las óperas más populares del repertorio. Sus escenas multitudinarias son espectaculares y también por el atractivo de algunos de sus números individuales. Esa es precisamente la principal virtud de Aída, el equilibrio perfecto entre esas escenas de masas y aquellas otras íntimas en las que el compositor explora el alma de sus personajes.
Sin embargo, para ser una ópera tan popular y conocida, en la historia de Aída existen algunos malentendidos que se han perpetuado en el tiempo. Por ejemplo, en contra de lo que se cree, Aída no fue escrita para celebrar la apertura del Canal de Suez, ni tampoco la del Teatro de la Ópera Khedivial, ambas en 1869. Es cierto que Mariette le sugirió el tema al gobernador egipcio para celebrar la apertura del canal, pero su argumento no le llegó a Verdi hasta un año después de la apertura. Tampoco es cierto que la obra fuera encargada para la inauguración del nuevo Teatro de Ópera de El Cairo, teatro que fue inaugurado con una representación de Rigoletto, otra de las óperas de Verdi. Fue el impacto causado por ésta el motivo por el que se le encargó a Verdi la ópera Aída.
Giuseppe Verdi se negó en varias ocasiones a escribir una ópera para la segunda temporada del Teatro de Ópera de El Cairo. Pero cambió de idea cuando llegó a sus manos un documento de 23 páginas que contenía la síntesis narrativa de Aída. Además, el gobernador de Egipto le puso por delante 150.000 francos que le resultaron tan estimulantes como la síntesis. Aída no se estrenó en 1870 como era la intención inicial, sino en 1871. Si su estreno debía contar con los mejores cantantes del momento, italianos, el vestuario y la escenografía debían ser franceses, concretamente de París, ciudad que en 1870 estaba bajo asedio de los prusianos. Verdi no asistió al estreno de El Cairo, pero el 8 de febrero de 1872 se estrenó en el Teatro de La Scala de Milán bajo su propia dirección musical.