Aunque desde finales del siglo XVIII el concierto público fue adquiriendo mayor relevancia, en el siglo XIX el salón privado continuó siendo el lugar de reunión preferido de la aristocracia y la burguesía y donde, de paso, se deleitaban con la interpretación de breves repertorios de cámara.
Malinconia, ninfa gentile es la primera de las seis ariettas op. 95 que Vincenzo Bellini dedicó a la soprano Marianna Pollini, esposa de su amigo y mecenas Francesco Giuseppe Pollini. Los textos son casi todos anónimos, aunque este corresponde a un breve poema del mismo nombre publicado en 1789 en la obra Poesie Campestre, obra del poeta Ippolito Pindemonte. En ella se evoca la vida bucólica en el campo donde el hombre, amenazado por la sociedad, invoca a la ninfa melancolía que no es más que estado de animo necesario para contemplar la naturaleza y desvelarnos la decadencia del mundo contemporáneo. Es decir, lo que hoy llamamos nuestra zona de confort que son los Loci amoeni que se configuraron en la literatura universal en las obras pastoriles, al menos, desde Teócrito y Virgilio, pasando por Horacio y el Decamerón de Boccaccio. Y si la canta Pavarotti, mejor que mejor.
La letra dice:
Malinconia, Ninfa gentile,
la vita mia consacro a te;
i tuoi piaceri chi tiene a vile,
ai piacer veri nato non è.
Fonti e colline chiesi agli Dei;
m'udiro alfine, pago io vivrò,
né mai quel fonte co' desir miei,
né mai quel monte trapasserò.
Melancolía, ninfa gentil,
mi vida te consagro;
Aquel que desprecia tus placeres,
no ha nacido para el placer verdadero.
Le pedí a los dioses por las fuentes y las colinas;
Me escucharon al fin, viviré satisfecho,
A pesar de que, con mis deseos, nunca
Iré más allá de esa fuente y de esa montaña.