Classical

Les Fleurs et Les Arbres. Camille Saint-Saens

Se considera el eslabón entre el romanticismo francés y la renovación posterior que condujo a Debussy, Ravel y Poulenc.

Virtuoso pianista, organista, director de orquesta y compositor independiente, Camille Saint-Saens compuso un formidable catálogo integrado por unas doscientas obras, en el que se encuentran presentes todos los géneros musicales. Indudablemente, a conseguir tan magna producción ayudó su longevidad, pero sobre todo que fue un compositor de espíritu curioso, excepcionalmente dotado para la música.

Primer premio de Órgano en el Conservatorio de París, reconocido por Liszt como uno de los maestros indiscutibles del instrumento y por Berlioz como un pianista maestro, Saint-Saens jugó un papel excepcional en la renovación de la música francesa. Fue maestro de Gabriel Fauré y André Messager –entre otros- y fundó la Sociedad Nacional de Música, desde la que desarrolló una decidida actividad en favor de una música nueva, labor determinante para la posterior renovación que condujo a Debussy, Ravel y Poulenc. Sin embargo, el músico parisino es considerado hoy como un academicista conservador y solo una mínima parte de su extensísimo legado, salvo excepciones, mantiene el favor del público.

Su legado coral se compone de más de un centenar de piezas, tanto sagradas como profanas, en las que priman la claridad, la ligereza y la elegancia habituales en Saint Saens. Una de ellas es su 2 coros op. 68, compuesta, como su propio nombre nos indica por dos coros, Calme des nuits y Les fleurs et les arbres. La letra de este último dice:

Les fleurs et les arbres,
Les bronzes, les marbres,
Les ors, les émaux,
La mer, les fontaines,
Les monts et les plaines
Consolent nos maux.

Nature éternelle,
Tu semble plus belle
Au sein des douleurs!
Et l'art nous domine,
Sa flamme illumine
Le rire et les pleurs.

Las flores y los árboles,
Los bronces, los mármoles,
Los oros, los esmaltes,
El mar, las fuentes,
Los montes y las llanuras
Consuelan nuestros males.

¡Naturaleza eterna,
Pareces más bella
en el seno de nuestros dolores!
Y el arte nos domina, su llama ilumina
la risa y los llantos.

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