Classical

L'amour est un oiseau rebelle, Carmen. George Bizet

Carmen es un mito sujeto a múltiples interpretaciones.

La España de la segunda mitad del siglo XIX fue el paraíso perdido para una generación de románticos franceses ahogado por el orden del clasicismo. La anárquica España era un país diverso en el que a sombríos bosques sucedían calurosos desiertos, llanas vegas y profundos valles. También sus múltiples pueblos mantenían intactas sus costumbres, lenguas y folclore, algo radicalmente distinto a lo que había sucedido en Francia con la centralización administrativa sucedida tras la Revolución. Lo español –imaginado o no- sonaba a exótico, audaz y nuevo a los oídos de muchos intelectuales franceses que, como Prosper Mérimée, vinieron a perderse a la búsqueda de ellos mismos. En ese camino iniciático, aquí, encontró a la Carmen de la que escribiría la novela del mismo nombre en 1846.

El de Carmen es un mito equiparable a otros muchos mitos europeos, a Hamlet, Fausto, Don Quijote, Segismundo, Orfeo… Como Don Juan, Carmen busca sin cesar un absoluto, abstracto, etéreo y vital, el Amor. Cree en ello, aquí y ahora, y sigue su destino con la determinación del que no teme las consecuencias futuras, aunque las conoce porque las está creando. Aunque habitualmente, al compararla con la versión femenina del mito de Don Juan no se repara en una objeción sustancial, la libertad que los diferencia. Lo que para un hombre es un derecho, para la mujer es algo por conquistar.

Carmen representa el eterno duelo entre dos opuestos irreconciliables, una antinomia entre bien y mal, hombre y mujer, norte y sur, vasco y andaluza, materia y naturaleza, orden y anarquía, fidelidad e infidelidad…Eros y Tanatos. Carmen es dionisíaca, salvaje, seductora, atractiva, violenta e inalcanzable. Don José es apolíneo, sometido a la ética y la razón. Carmen ama, odia, quiere, desea, habla, baila, grita, susurra. Es a un tiempo bondadosa y ruín, generosa y egoísta…es todo eso y más, una suma de dualidades que rara vez se encuentra en una ópera. Y cuando termina, nos queda el sabor de no saber bien si la amamos o la detestamos. Por eso sigue siendo eterna y una de las obras más populares del repertorio operístico.

El nombre por el que se conoce el aria que ahora os ofrecemos es Habanera, aunque en realidad se llama L'amour est un oiseau rebelle -El amor es un pájaro rebelde-. Es de la Carmen que George Bizet compuso en 1875, cantada para la ocasión por la mezzo-soprano letona Elina Garanča en una producción de The Metropolitan Opera House de Nueva York.

El amor es un pájaro rebelde, que nadie puede enjaular, y es vano llamaro, si él prefiere rehusarse.
De nada sirven amenazas ni plegarias. Este habla bien, el otro es callado;
y es el otro al que prefiero; no ha dicho nada pero me gusta.

Coro
¡El amor! ¡el amor! ¡el amor! ¡el amor!

El amor es niño gitano, jamás, jamás ha conocido ley. Si tú no me amas, yo te amo; y si te amo, ¡tú ten cuidado!
El pájaro al que crees sorprender, bate las alas y remonta vuelo...
El amor está lejos si lo esperas; ya no lo esperes, ¡y ahí estará!!
A tu alrededor, rápido, muy rápido; vino, se va, vuelve a venir ...
Crees tenerlo, y te evita. Crees evitarlo, y él te tiene.

Coro
¡El amor! ¡el amor! ¡el amor! ¡el amor!

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