A partir del siglo XIII y especialmente a raíz las grandes epidemias de Peste Negra del XIV, la muerte se convirtió en un tema iconográfico recurrente en todas las manifestaciones artísticas. Adaptado a múltiples contextos, tanto la muerte como lo macabro llegaron a convertir en manifestaciones de moda, éxito que se ha perpetuado hasta hoy día. El gusto por lo macabro recrea a la muerte como un fenómeno universal y nivelador, que puede sobrevenir de forma brusca e inesperada a personas de cualquier edad y condición cortando con su guadaña todos los privilegios de jerarquía y de fortuna. Ni el poderoso ni el eclesiástico pueden comprar la vida. Idea que crítica la vanitas humana, advierte sobre el fin de las glorias mundanas, reprende sobre el cultivo de lo material y lo efímero de la vida terrena, siendo la variante trasmitida al arte occidental del tópico grecolatino del ubi sunt?
En un principio, la mayor parte de las representaciones de lo macabro sólo incluyeron imágenes masculinas, pues los varones eran los depositarios de las funciones y de las dignidades sociales y, por tanto, los primeros llamados por la muerte a igualarse por la caducidad y la vanidad de las cosas terrenales. Pero como la universalidad de la muerte también afecta a la mujer, pronto comenzaron a aparecer las representaciones macabras femeninas, con las que emerge el elemento sensual y se acentúan las lamentaciones por la belleza que se convierte en podredumbre.
Schubert escribió su Cuarteto nº 14 en re menor D. 810 La muerte y la doncella en marzo de 1824, aunque no fue interpretado públicamente hasta dos años después, en una schubertiada en casa de su amigo y cantante Josef Barth. Inicialmente Schubert no obtuvo éxito con su cuarteto y no pudo llegar a ver publicada la obra, editada póstumamente en 1832 por Czerny y divulgada posteriormente por el violinista David Oistrakh. Hoy en día es el cuarteto más popular e interpretado de los quince cuartetos de cuerda de Schubert. La obra debe su nombre al segundo de sus cuatro movimientos, un tema con variaciones en torno a Der Tod und das Mädchen -La muerte y la doncella-, canción que Schubert había compuesto en 1814 sobre un poema del periodista y poeta alemán Matthias Claudius, publicado en 1774 en la revista literaria Göttingen Musenalmanach. Con un argumento que gira en torno a los sentimientos y reacciones de una joven moribunda, el compositor, que pasaba un periodo muy complicado de su vida, débil y enfermo de sífilis, dejó un fiel reflejo de su experiencia en el título y el tratamiento de la obra.
La Doncella:
¡Vete, ah vete!
¡Vete cruel esqueleto!
¡Soy aún joven, sé amable y vete!
¡Y no me toques!
La Muerte:
¡Dame tu mano, dulce y bella criatura!
Soy tu amiga y no vengo a castigarte.
¡Confía en mí!, no soy cruel,
Déjate en mis brazos caer y dormirás plácidamente.