Surgidos en el siglo XVII, los oratorios son dramas musicales con texto cuyo argumento normalmente gira en torno a las Sagradas Escrituras. Originalmente fueron concebidos para ser interpretados sin decorados, vestuario o acción, constando de coros, recitativos y arias.
El Oratorio de Navidad BWV 248 de Johann Sebastian Bach es un compendio de seis cantatas sacras que el compositor escribió para ser interpretadas en los oficios de seis días sucesivos de la Navidad de 1734, tres cantatas para los tres días de Navidad, una para Año Nuevo, otra para el primer domingo del año y la última para Epifanía o día de Reyes. Jauchzet, frohlocket, auf, preiset die Tage -Alegraos, regocijaos; celebrad los días- se creó para el primer día de la Santa Navidad. Por la mañana en San Nicolás y por la tarde en Santo Tomás, como así reza en el opúsculo de la obra.
En los tres oratorios que nos ha dejado Bach -Navidad, Domingo de Pascua y Fiesta de la Ascensión-, se utilizaba una música preexistente, revisada y adaptada para recibir adecuadamente un nuevo texto. Algo muy común en la época y que no tenía ninguna connotación negativa. En este caso, la música de este coro procede de la cantata BWV 214 1, compuesta para el cumpleaños de la Princesa de Sajonia y Reina de Polonia María Josefa de Habsburgo.
Retumbad timbales; estallad trompetas; cuerdas sonoras, llenad el aire... cantado magistralmente para la ocasión en el mismo lugar y por el mismo Coro de niños de Santo Tomás de Leipzig donde se cantó por primera vez, aquella tarde del día de Navidad de 1734.