Noruega perteneció al reino de Dinamarca desde 1380 hasta 1814, y desde ese año hasta 1905 al de Suecia. Nacido en Bergen en 1843, Grieg creció en un ambiente dominado por el amor por la música que le inculcó su madre. Más tarde, el célebre violinista Ole Bull, gran amigo de la familia, le animó a marcharse a Leipzig para estudiar en el Conservatorio que Mendelssohn había fundado en esa ciudad alemana el mismo año de su nacimiento. En un país dominado políticamente por Suecia y culturalmente por Dinamarca, las posibilidades de crecimiento profesional en Noruega eran escasas, por lo que el joven Grieg pasaba también mucho tiempo en Copenhague, donde formó el grupo Euterpe con los compositores Niels Gade y Rikard Nordraak, autor este último del himno de Noruega Ja, vi elsker dette landet -Sí, amamos esta tierra-.
Si sólo considerásemos sus obras para piano, la producción de Grieg ya sería monumental. Como clara muestra podemos tomar las Piezas Líricas, una colección de sesenta y seis piezas breves para piano publicadas en 10 volúmenes, desde 1867 hasta 1901. Durante casi cuarenta años, Grieg fue acomodando a ellas sus ideas y conocimientos, desde sus primeras inspiraciones en Schumann hasta sus encuentros con las novedades de Liszt, Fauré o Debussy que lo sitúan como un antecedente inmediato del impresionismo francés. En ellas se incluyen varias de sus obras más conocidas como Sommerfugl –Mariposa, Op. 43 n.º 1-, Trolltog -Marcha de los gnomos, Op. 54 n.º 5-, Notturno –Nocturno, Op. 54 n.º 3-, Bryllupsdag på Troldhaugen -Día de Boda en Trollhaugen, Op. 65 n.º 6-. O esta que hoy os traemos nacida de las manos de Alessio Nanni, I hjemmet -Mi patria, op.43 nº3-, compuesta y publicada probablemente en 1886 y dedicada al compositor y pianista alemán Isidor Seiss. Un conjunto de obras, a veces sentimentales y melancólicas, otras, ligeras y caprichosas, que crean una serie de atmósferas en las que se percibe la enorme variedad de estados de ánimo contrastantes que sintetizan el personal estilo luminoso, emotivo y sincero de Grieg.
Grieg falleció dos años después de que su país lograra la independencia de Suecia. En su funeral sonó la Marcha fúnebre que él mismo compusiera cuarenta y un años atrás en memoria de un buen amigo que falleció con tan sólo 23 años, su amigo, Rikard Nordraak, aquel que animó a Grieg a cultivar el espíritu musical libre e independiente que Noruega necesitaba convencido de que las aspiraciones de independencia tendrían en las artes a una de sus mejores aliadas.