Adolphe Adam
Classical

Giselle. Adolphe Adam

Toda bailarina que ansíe consagrarse debe querer interpretar a Giselle algún día.

El libreto del ballet Giselle es del polifacético Théophile Gautier y está inspirado en la obra De l’Allemagne, escrita en 1835 por Heinrich Heine, el más grande de los poetas líricos del Romanticismo alemán. En ella, Heine recoge una leyenda popular germánica en donde aparecen las Willis, bailarinas nocturnas que han muerto el día antes de su boda y que no pueden quedarse tranquilas en sus tumbas, sino atraer a los jóvenes con crueles danzas que tan sólo terminaban cuando el hombre fallecía.

Giselle cuenta la historia de una joven y bella campesina en la Renania medieval enamorada de Albretch, un caballero que se hace pasar por el plebeyo Loys. En estas cosas siempre aparece un tercero, en este caso un guarda de caza llamado Hilarión que ama a Giselle, aunque ella lo rechaza. Un buen día, Giselle muere de amor por Albretch y este, cuando apenado visita su tumba, es descubierto por las Willis que lo hacen danzar enloquecidamente. A pesar de las órdenes de Myrtha, reina de las Willis, Giselle lo protege hasta la llegada de las primeras luces del día en el que los espectros desaparecen, incluida la propia Giselle que retorna a su tumba para descansar eternamente, liberada por no haber sucumbido al deseo de venganza.

¿Pueden imaginarse el esfuerzo que debe significar para Giselle danzar etérea como una sombra, sin descanso como una Willis, incorpórea como un fantasma?. Por eso la prima ballerina que interprete a Giselle debe poseer el virtuosismo técnico de bailarinas clásicas excepcionales como Fanny Eissier, Anna Pavlova o Alicia Alonso.

La música de Adolphe Adam sirvió de fondo a la coreografía creada por Jules Perrot para su esposa, Carlota Grissi, otra de esas bailarinas de excepción. No es de extrañar que el día de su estreno en el Teatro de la Ópera de París cosechara un rotundo éxito. Corría el año 1841.

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