Nada mejor para conocer aOtis Gibbs, este músico de Wanamaker, Indiana, que escuchar sus historias. Algunas tienen música y son sus canciones, otras simplemente son sus relatos, los recuerdos de su vida. En ambos casos nos topamos con un músico formidable y un magnífico narrador y cronista que emplea una lírica personal y directa para describir su entorno.
La gran inspiración para su nuevo disco fue su padre, un hombre que de joven se dedicó a montar una Harley Davidson, a cantar canciones de Jerry Lee Lewis y a hacer lo que quiso. Cuando se tuvo que poner a trabajar se buscó algo que le gustara, conductor de camión, pero aquello no daba para mantener a una familia, así que se apuntó a descargar camiones. Treinta años más tarde, cuando se retiró, tan sólo tenía una espalda desgasta, un hombro estropeado y un certificado cutre en un marco de cartón. Un día le confesó a su hijo que aquellas tres cosas eran “los recuerdos de su juventud malgastada”. El título del séptimo Lp de Otis Gibbs, “Souvenirs Of A Misspent Youth”.
Sus historias no acaban ahí. Cuenta también que cuando era niño, con cuatro años, y sus padres estaban todo el día fuera de casa trabajando, él quedaba al cuidado de su “tío”, un individuo que vivía con su tía y que acababa de salir de la cárcel. Como se aburría de ejercer de niñera se iban al bar. Allí había un piano de pared sobre el que sentaba al pequeño Otis que cantaba canciones de Hank Williams y Jimmy Rodgers. Los borrachos se divertían y le echaban algunas monedas que su tío utilizaba para cogerse una cogorza. Asegura Gibbs que fue entonces cuando comprendió como funciona realmente esto de la industria de la música.
Y sus historias no acaban ahí. Habla de cómo iba con su padre a consolar a un hombre que había perdido a su hijo en Vietnam o de los 7.176 árboles que ha plantado, a pico y pala, en los diez años que ejerció ese oficio. Se alegra del día que empezó a recorrer el Reino Unido y Europa y vivir de su música, de su aventura en una tormenta de nieve en Rumanía, de la suerte que tiene de poder ser músico a tiempo total. Ahora vive en Nashville, con su pareja y sus mascotas. Allí está con su guitarra, sus canciones y sus historias, propias y ajenas. Relatos de carretera, recuerdos vagos, cuentos y viejas leyendas.
Reminiscencias de tiempos pasado, sueños que se confunden con la realidad, anécdotas de otros contadas en primera persona. Música de country, de blues, de bluegrass. Ya lo dijo alguien, tres acordes y la verdad. Aunque a veces no hace falta que la verdad sea cierta, basta con que lo parezca. O ni si quiera eso, basta tan sólo con que nos la creamos o nos la queramos creer.
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