Folk

Forest Blakk, una nueva estrella del folk urbano

La música salvó la vida de Forest Blakk y ahora él devuelve con creces todo lo que le dio como en su nuevo single: Where I First Found You.

Con su primer single, “Love Me”, el cantautor canadiense Forest Blakk consiguió irrumpir en las redes y, a través de ellas, en los medios especializados. Su voz y sus canciones, la intensa emoción que surgen de ambas, le proponen para ser una de las revelaciones en este año que empieza. “Where I First Found You” es su nuevo single, su nuevo vídeo y su nuevo aval. No hay duda, 2018 será suyo.

Las canciones de Blakk, sustentadas sobre piano y acústica, suenan verdaderas y vulnerables. Hablan de la pérdida, ya sea cuando se deja marchar a alguien a quien todavía se ama o de la muerte; hablan de la reencarnación del amor, de la lujuria, del compromiso, de los sentimientos. En cada una de ellas Forest Blakk entrega su corazón y su alma, lo que le convierte en un compositor brillante, ingenioso, ágil y fiable. Canta con una extremada sinceridad y una pasmosa serenidad. Muestra su verdad y ésta suena muy real.

Es probable que muchas de las virtudes de su música tengan su origen en los duros día que ha vivido para enderezar su rumbo. Nacido en Montreal, su madre no tenía más que 17 años y luchaba contra su adicción, mientras que su padrastro era un notable traficante de drogas. Blakk relata algunas historias de su infancia realmente aterradoras, como un intento de asesinato de su padre a la puerta del domicilio familiar. Trapicheos, la casa llena de dinero, viajes constantes, incluyendo una huida a Jamaica y a Florida cuando los profesores de Blakk en Canadá descubrieron los abusos físicos a los que le sometía su padre.

Aunque no le dejaban escuchar música, Forest Blakk recuerda el reggae jamaicano y a su madre renegando de los Guns N´ Roses y de la canción “November Rain”. También el álbum “Desperado” de los Eagles que escuchaba una y otra vez a escondidas. Cuando tenía sólo 13 años su padre fue a prisión y su madre la tomó con él de forma agresiva y abusiva. Forest se largó de casa y pasó dos años vagando por ahí hasta que con quince lo acogió su abuela. Con ella encontró algo de descanso y tranquilidad y fue ella le que le regaló su primera guitarra, una Fender barata de imitación. Blakk cuenta así ese encuentro: “Recuerdo que me senté en el sótano y toque las cuerdas de la guitarra por primera vez. Fue tan abrumador que comencé a llorar desconsoladamente. No era cantante pero empecé a hacer unos sonidos terribles, de llanto y tratando de cantar. Era la primera vez que me podía volcar en algo”.

Tras otra temporada vagando por las calles, regresó con su abuela y se matriculó en la escuela secundaria, en Montreal. Allí se unió a una banda de rock en la que él era cantante. Un profesor le escuchó y le pidió que actuara en un concurso de talentos. Ese fue otro cambio importante en su vida.

Pero su volvió a unirse a la gente equivocada y dejó los estudios y volvió a caer en los viejos hábitos. Hasta que conoció a una chica que le hizo cambiar su modo de vivir. En ese proceso se trasladó a Calgary para reunirse con su novia pero ella no fue porque sabía que en cualquier momento aquello iba a terminar mal. Sin embargo Blakk se quedó en aquella nueva ciudad, comenzó a representar sus canciones en las noches de micros abiertos en The Ironwood, uno de los locales imprescindibles de la escena local, y cuando él iba la sala se llenaba. Así lo veía él: “De nuevo me estaba reformando y pasé de ser un gángster a tratar de ser un cantante de canciones de amor”.

Formó una banda, consiguió una nominación a los premios Juno y tocaba ante miles de personas en cada concierto. Pero… “Yo era agresivo y estaba enojado y no sabía cómo tratar con la gente”, dice. El caso es que sumido en la ansiedad y la depresión, una noche, tras un concierto ante más de 8.000 personas, Blakk casi se quita la vida. Entonces buscó a ayuda profesional, se cuidó y perdió un montón de kilos. Una transformación física que incluyó un viaje a Alemania, un tiempo para leer y encontrarse. Y lo hizo.

Su música refleja el sufrimiento pasado, las heridas que la vida le ha causado. Su música se ha vuelto honesta, poética, emotiva. Su música suena brutal. Su música es el camino. Para él, Forest Blakk, y para todo aquel que la escucha.

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