Como muchos otros compositores del siglo XX, el compositor polaco Wojciech Kilar estudió en París con la mítica Nadia Boulanger y participó en Cursos Internacionales de Verano de Música Contemporánea de Darmstadt. Sin embargo, es más conocido por su trabajo como compositor de música de cine que como compositor clásico. Al cine se dedicó desde 1959, primero colaborando en más de cien películas realizadas en su país natal por directores como Zanussi, Kutz, Wajda o Kieslowski. Después salió de Polonia y realizó varias bandas sonoras para su compatriota en el exilio Roman Polanski -La muerte y la doncella, La novena puerta, El pianista-, para Jane Campion -Retrato de una dama- y Francis Ford Coppola –Drácula-. Y también para Steven Spielberg, que eligió una pieza suya para el tráiler de La lista de Schindler, Exodus, a la que hizo famosa. ¿Habéis oído antes a Kilar, verdad?.
Exodus no es una pieza compuesta para el cine, sino una emotiva e hipnótica –¿no os recuerda su ritmo al Bolero de Ravel?- pieza sinfónico-coral clásica. Y es que Wojciech Kilar es, con Górecki y Penderecki, uno de los principales representantes de la vanguardia musical polaca de los años sesenta, grupo caracterizado, además de por un ritmo bien definido y la inclusión de cantos de la tierra, por un profundo espíritu católico. Música para la reflexión y la esperanza que en el caso de Kilar se deja ver en obras como Mater Dei, Angelus, Missa pro Pace, Magnificat, Sinfonía de Adviento, Te Deum, Veni Creator y el Réquiem por el Padre Kolbe, el fraile franciscano que dio su vida para salvar la de otro prisionero en Auschwitz.
Una experiencia religiosa, liberadora o ambas que se percibe en el continuo crescendo de este Exodus, iniciado con un sencillo acompañamiento de arpas y un clarinete para terminar con la explosión de toda la orquesta y el coro, hoy de Academia Musical de Gdansk.