Desde San Sebastián llegaban acordes rockabilly en el 84. Era el año del big brother de George Orwell y de aquella inquietante habitación 101. Hacía un calor de mil demonios, era agosto –antes las estaciones eran más enxebres- y tres mozos donostiarras se inspiraban en otra literatura –la de Robert Stevenson- para poner nombre al grupo de las cien gaviotas y el jardín de rosas: Duncan Dhu.
Su álbum El grito del tiempo (1987) conseguía convertirse en el disco más vendido del año, alcanzando las 400.000 copias, y los españolitos tarareaban por las calles aquello de “en algún lugar de un gran país”, despidiéndose a su manera de un pasado que preferían quemar con cerilla y gasolina.
Para sorpresa de algunos, este pasado 27 de agosto, Erentxun y Vasallo lanzaban su último álbum reencuentro, El Duelo, retomando acordes de un pasado que, aunque duela, fue su mejor versión.
En algún lugar de un gran país
Olvidaron construir
Un hogar donde no queme el sol
Y al nacer no haya que morir…
Y en las sombras
Mueren genios sin saber
De su magia
Concedida, sin pedirlo
Mucho tiempo antes de nacer
No hay camino que
Llegue hasta aquí
Y luego pretenda salir
Con el fuego de
El atardecer arde la hierba
En algún lugar de un gran país
Olvidaron construir
Un hogar donde no queme el sol
Y al nacer no haya que morir…
Un silbido cruza el pueblo
Y se ve, un jinete
Que se marcha con el viento
Mientras grita
Que no va a volver
Y la tierra aquí
Es de otro color
El polvo lo debe saber
Los hombres ya no
Saben si lo son
Pero lo quieren creer
Las madres que ya
No saben llorar
Ven a sus hijos partir
La tristeza aquí
No tiene lugar
Cuando lo triste es vivir