Los kuruc, partisanos de la baja nobleza húngara, surgieron con la intención de, además de luchar contra el imperio con capital en Viena, encargarse de conservar el patrimonio cultural del orgulloso pueblo magiar. Entre las diversas y novedosas formas de mantener una identidad nacional diferenciada se encontraba la música popular, tocada con instrumentos tradicionales como el violín, el cymbalom y la taragota, aunque bebía de las fuentes del barroco y del rococó de la Europa central.
Concebida con una estructura similar a las de un oratorio, cuando La condenación de Fausto fue estrenada en la Ópera de París el 6 de diciembre de 1846, sólo la célebre Marcha Rakoczy obtuvo el éxito esperado, lo que llevó a Berlioz a plantear algunos cambios. El 3 de febrero de 1893 la obra modificada fue representada en Monte Carlo como se la conoce hoy, como una ópera en cinco actos cuyo desarrollo narrativo, a través de un libreto escrito originalmente por el propio Héctor Berlioz, sigue de cerca el drama de Goethe.
La Marcha Rakoczy se mantuvo en la nueva obra, siendo actualmente el fragmento más interpretada. Por lo demás, sabemos por Goethe que el existencialista doctor Fausto fue tentado por el diablo con los placeres de la carne -entre ellos la conquista de la inalcanzable Margarita- por lo que no dudó en venderle su alma, acción dramática que el genial compositor francés nos sitúa en la llanura húngara.
D’amour l’ardente flamme
D’amour l’ardente flamme, consume mes beaux jours
Ah! La paix de mon âme a donc fuit pour toujours!
Son départ, son absence sont pour moi le cercueil
Et loin de sa présence, Tout me paraît en deuil. Alors ma pauvre tête se
dérange bientôt,
Mon faible cœur s’arrête, Puis se glace aussitôt.
Sa marche que j’admire, son port si gracieux
Sa bouche au doux sourire, le charme de ses yeux.
Sa voix enchanteresse dont il sait m’embraser
De sa main, de sa main la caresse, hélas!... et... son baiser,
D’une amoureuse flamme, consument mes beaux jours
Ah! la paix, de mon âme, a donc fuit pour toujours!
Je suis à ma fenêtre, ou dehors, tout le jour
C’est pour le voir paraître, ou hâter son retour
Mon cœur bat, mon cœur bat et se presse
Dès qu’il le sent venir
Au gré de ma tendresse, Puis-je le retenir!
O caresse de flamme! Que je voudrais un jour Voir s’exhaler, mon âme, Dans ses baisers d’amour!
De amor la ardiente flama
La ardiente llama del amor consume mis días.
¡La paz de mi alma huyó para siempre!
Su ausencia es mi tumba.
Sin él, todo parece estar de duelo. Mi mente pierde la razón.
Mi corazón se detiene y se hiela.
Su admirable andar, su porte gentil, su dulce sonrisa, el encanto de sus ojos, su seductora voz que me envuelve, la caricia de sus manos, y sus besos, consumen mis días en una
llama de amor.
¡La paz de mi alma huyó
para siempre!
Si siempre estoy a la ventana o afuera,
es para verlo venir.
Mi corazón se acelera si lo presiente. ¡Si mi ternura pudiera retenerlo! ¡Ardientes caricias!
Quisiera morir entre besos de amor. ¡Exhalar mi alma entre
sus besos de amor!