Corelli convirtió al Concerto veneciano en un género tan demandado que durante las primeras décadas del siglo XVIII traspasó las fronteras italianas para interpretarse por toda Europa. Uno de los principales centros de difusión del concierto barroco italiano fue la ciudad de Weimar, donde Johann Sebastian Bach ocupó entre 1708 y 1717 el puesto de organista principal y donde posiblemente conoció los conciertos de Vivaldi, Albinoni y Torelli. Así, el concierto para solista y orquesta de cuerda estaba ya en pleno apogeo cuando Bach fue contratado por la corte de Cöthen.
Además de refinada, la corte del príncipe Leopoldo en Anhalt-Cöthen era calvinista y no utilizaban música en sus ritos, por lo que Bach tuvo que dedicarse, paradójicamente, a la composición de música profana, suites, conciertos y música para diversos instrumentos. Allí, el maestro de Leipzig dispuso de una valiosa orquesta con un brillante primer violín, Joseph Spiess, para el que se supone que compuso, además de los famosísimos Conciertos de Brandenburgo, los tres conciertos para violín solista que se conservan, los catalogados como BWV 1041, BWV 1042 y BWV 1043.
Al contrario que otras obras de este periodo que eran trascripciones y acomodos de conciertos italianos, el Concierto BWV 1041 es una obra completamente original organizada a la italiana, en tres movimientos rápido-lento-rápido. Una de las obras maestras del género interpretada con instrumentos originales por la solista Carla Moore y el Conjunto de Música Antigua Voices of Music de San Francisco.