Classical

Concierto para piano nº 1, op. 26, Allegro moderato. Max Bruch

Es un compositor prácticamente olvidado, sin embargo...

Bruch es actualmente un compositor al que se le presta muy poca atención. Prácticamente olvidado, poco se sabe de él más allá de que fue el maestro de Ottorino Respighi, de que fue compositor honesto, eficaz y correcto y que, alejado de polémicas, dedicó gran parte de su vida a componer monumentales obras sinfónico-corales, como La bella Helena, Odiseo, La canción de la campana y Gustavo Adolfo, muy populares en su tiempo, pero hoy olvidadas.

Sin embargo, hay más de cuarenta grabaciones distintas de la que ahora muchos dicen que es la única contribución a la música de Max Bruch, el Concierto para violín n.º 1 en sol menor, op. 26. Concierto que, para ser la única obra por la que se conoce al compositor alemán, es una de las más bellas piezas del repertorio para violín y, junto a los de Brahms y Beethoven, una de las más populares del repertorio romántico alemán.

Es habitual que en esas grabaciones el concierto para violín de Bruch aparezca junto al Concierto en mi menor, op. 64 de Félix Mendelssohn, puesto que ambos conciertos cuentan con una estructura muy similar. Eso hace pensar que Bruch, que no era violinista y fue ayudado por el famoso violinista Joseph Joachim para la composición de la partitura, tomara a Mendelssohn como modelo. Después de varias revisiones, Max Bruch dio forma definitiva al Concierto para violín n.º 1 en 1868, estrenándose el mismo año bajo la dirección de Karl Reinthaler con Joseph Joachim como solista, al que por su contribución, le dedicaría la partitura.

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