La característica más destacada del catálogo musical de Vivaldi no es su abrumadora cantidad de obras instrumentales, pero si la extraordinaria variedad de instrumentos y el sorprendente uso de la forma del concierto en la que il prette rosso ha sido el máximo creador de todos los tiempos, registrando algo más de quinientos.
Así, después de los cerca de 350 conciertos de violín – su instrumento preferido-, Antonio Vivaldi (1678-1741) mostró un interés particular por el fagot -35 conciertos para un instrumento que no tenia tradición en Venecia-, el violoncelo -27 conciertos-, el oboe -20 conciertos y la flauta –quince conciertos-, además de otros muchos para instrumentos tan dispares como la viola d’amore, la flauta dulce, la mandolina, la trompeta, el corno, la tiorba, el salmoe y el violino in tromba marina.
Vivaldi escribió buena parte de los conciertos como parte del estudio, práctica y exhibición de sus alumnas del Ospedale della Pietà. Pero hay unos cuantos conciertos documentados que fueron dedicados a determinados músicos en determinadas circunstancias. En el caso de los conciertos para flauta, ese músico fue Johann Joachim Quantz, un prestigioso compositor y flautista alemán, autor de 300 obras y un importante tratado sobre la flauta. Y las circunstancias fueron que Quantz visitó Venecia en 1726, lo que inspiró, en una ciudad en la predominaba la música de violín, un inusitado interés por la flauta, del que no pudo escapar Vivaldi.
Los conciertos para flauta más importantes de Vivaldi son los seis conciertos del Opus 10, que incluyen algunos de sus conciertos descriptivos más famosos como Il gardellino, La tempesta di mare y La notte.