Los Conciertos de Brandemburgo se publicaron en 1721, época en la que Johann Sebastian Bach era maestro de capilla y director de música en la corte de Cöthen, ciudad alemana situada en el Estado federal de Sajonia-Anhalt, en la que sirviendo desde 1717 hasta 1723. Además de muy refinada, la corte de Cöthen era calvinista, corriente reformista que prohibía la utilización de música en los ritos religiosos, por lo que Bach tuvo que abandonar toda producción de música sacra y de órgano y centrarse, paradójicamente, en la música profana para clave y en la música instrumental, suites, conciertos y música para diversos instrumentos con claras influencias vivaldianas.
Antes de llegar a Cöthen, Johann Sebastian Bach había sido organista principal en Weimar, ciudad que se había convertido en uno de los principales centros de difusión del concierto barroco italiano. En esta ciudad tuvo la oportunidad de conocer los conciertos de Vivaldi, Albinoni y Torelli, un género que había nacido en Venecia un siglo antes y que con las transformaciones realizadas por Corelli se había convertido en un género muy demandado en toda Europa. Así, el concierto para solista y orquesta de cuerda estaba ya en pleno apogeo cuando Bach fue contratado por la corte de Cöthen.
Allí, el maestro de Leipzig dispuso de una valiosa orquesta con un brillante primer violín, Joseph Spiess, para el que se supone que compuso, los famosísimos Conciertos de Brandenburgo, seis conciertos conocidos en su partitura original como Conciertos con varios instrumentos dedicados a Christian Ludwig, margrave de Brandemburgo, noble que ejercía el control militar de la frontera de Alemania y Prusia. En cualquier caso, los expertos no se ponen de acuerdo y sigue siendo todo un misterio, llenos de hipótesis y controversias el lugar dónde los compuso y cuándo. De lo que si están seguros es de que los conciertos brandeburgueses, o parte de ellos, fueron compuestos con anterioridad a su estancia en Cöthen y tratados con discreción durante su servicio a las órdenes del príncipe Leopold y entregados al margrave de Brandemburgo en 1721.
A pesar de que los Conciertos de Brandemburgo no tuvieron un gran éxito entre el público, con el tiempo ha pasado a ser muy conocidos y clave imprescindible para que los aficionados tomemos a Bach como uno de los grandes.