Dwight Twilley
Pop

Here She Comes. Michael Carpenter

El sello australiano Zero Hour Records rinde homenaje al mítico grupo de pop Dwight Twilley Band.

Cuentan que un buen día de 1967, dos chavales muy jóvenes, Dwight Twilley y Phil Seymour, coincidieron en la cola de un cine en Tulsa, Oklahoma, en el que proyectaban la película de The Beatles “A Hard Dayś Night”. Unidos por unos gustos musicales afines, empezaron a tocar y a escribir canciones. Al principio se llamaban Oister y Dwight componía y tocaba la guitarra y el piano, Phi era el encargado del bajo y la batería y ambos cantaban y hacían unas espléndidas armonías vocales.

En 1973 deciden buscar un sello y tras varios intentos, recalan un año más tarde en Shelter Records, propiedad del pianista Leon Russell y del productor Denny Cordell, quien les sugiere cambiar de nombre y llamarse Dwight Twilley Band. Con tal nomenclatura graban dos discos antológicos, “Sincerely” (1976) y “Twilley Don't Mind” (1977), aunque hubo otro disco, “The Great Lost Twilley Album”, que quedó inédito hasta 1993, y uno más en directo.

Tras la separación, Dwight tuvo una intensa actividad discográfica, con numerosos singles y álbumes realmente buenos, y Phi, quien falleció en 1993, edito dos excelentes Lp's. Juntos formaron una de las mejores bandas de power pop de la historia, uno de los grandes grupos de pop de los 70 y compusieron un puñado de fantásticas canciones.

Ahora, el sello australiano Zero Hour Records, del que otro día contaremos su increible historia, ha lanzado un homenaje al influyente grupo de Tulsa tituado “Twilley Won't Mind” y en el que participan banda y artistas como Lannie Flowers, Bobby Sutliff, Spike Priggen, The Bottle Kids, Matt Keating o los españoles The Frinchers. Y también el gran músico y productor de Sydney Michael Carpenter, quien contribuye con una versión de la canción “Here She Come”, en la que él canta y toca todos los instruentos. Es un genio.

Este tema estaba incluido en el álbum “Twilley Don't Mind”, publicado en agosto de 1977 a través de Arista Records, y es uno de los mejores y más puros discos de pop de todos los tiempos, a pesar de que en su momento no fue un éxito de ventas, ni mucho menos. Una composición brillante, redonda y muy vital a la que Carpenter engrandece aún más.

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