Con tan sólo 24 años, Handel accedió al puesto de Kapellmeister de una de las cortes más importantes de Europa, la de Jorge Luís, Príncipe Elector de Hannover. Aceptó el empleo con una condición: la de poder ausentarse en determinados periodos de tiempo para viajar y conocer la música que se componía en Europa. Después de medio año de trabajo viajó a Londres, ciudad donde, al año siguiente, estrenó su ópera Rinaldo con un considerable éxito. En 1712, Londres era el centro del mundo y la sociedad más moderna de Europa. Los comerciantes, los artesanos y una nueva clase media tenían el dinero necesario para dedicar su tiempo al ocio, asistir a la ópera, a las salas de conciertos y a los parques. No es de extrañar que Handel decidiera establecerse en Inglaterra a pesar de que tenía un contrato que cumplir en Hannover. Hasta que en un giro inesperado de los acontecimientos murió Ana de Inglaterra, la última soberana de la casa de los Estuardo. Le sucedió en el trono un primo lejano, alemán, de la casa de Hannover, Jorge Luís, Príncipe Elector de Hannover. Como es lógico, Handel se preocupó pues, tarde o temprano, tendría que rendirle cuentas al patrón al que había estado ignorando durante años.
Música acuática es un concerto grosso escrito por Handel en 1715, aunque algunos movimientos ya habían sido compuestos previamente con otra finalidad. La obra fue estrenada en Londres, el 22 de agosto del mismo año. El 17 de julio de 1717, el rey Jorge I de Gran Bretaña se le antojó darse un paseo en una embarcación de remos por el Támesis, desde Whitehall Palace hasta Limehouse, donde la fiesta real se detendría para la cena. En su barco le acompañaba toda la corte, y en otro iban no menos de cincuenta músicos que interpretaban las tres suites orquestales que, bajo el título de Música Acuática, había escrito Handel para tan atractivo paseo con las piezas de 1715 y un número indeterminado de movimientos nuevos. Según cuenta una historia popular, la obra sirvió para reconciliar al compositor con su patrón y parece ser que la Música Acuática cumplió la función para la que fue concebida. Tan encantadora resultó ser la música del maestro alemán que el rey ordenó que su música se repitiese al menos tres veces en las mismas circunstancias, días en los que el Támesis se llenó de embarcaciones para presenciar este pomposo y sugerente cortejo con música.
No se conserva ninguna partitura autógrafa y los musicólogos no saben exactamente el orden original de las aproximadamente veinte piezas que componen la Música Acuática, por lo que se ha agrupado en tres suites diferenciadas, posiblemente destinadas al viaje río abajo, la cena y el viaje de vuelta. Las suites en Fa mayor y Re mayor están fuertemente orquestadas, con cornos en ambas y trompetas la de vuelta, para que la música pudiera oírse a través del agua. La suite que queda es más íntima, lo que hace pensar que estaba destinada a acompañar la cena. Entre las piezas correspondientes a la Suite nº2 –es decir, para la cena-, se encuentra esta Hornpipe, una danza popular, ligera y alegre, bailada por los marineros de las islas británicas, que se interpretaba con el instrumento tradicional del mismo nombre, un tubo de madera agujereado con una embocadura coloreada en rojo.