En los años sesenta del siglo XIX, el compositor alemán Richard Wagner comenzó a recuperar su economía después de varios años de penalidades. En 1849, había participado en las revueltas revolucionarias ocurridas en Dresde y el fracaso de la rebelión le obligó a exiliarse en Suiza, donde el empresario alemán Otto Wesendonck le ofreció su protección y alojamiento en la magnífica Villa Wesendonck, copia de la Villa Albani romana y lugar de reunión de la elite intelectual zuriquesa. Gracias a Wesendonck, en aquellos años pudo dedicarse a escribir pudo concentrarse en la escritura de su obra teórica más importante, Ópera y Drama, y al ambicioso drama musical El anillo del nibelungo, con el que trató de alcanzar su . Desde esta obra, Wagner trató de acercarse a su anhelado ideal de la obra de arte total. En aquellos años, Wagner, casado con Minna Planner, se enamoró de la joven esposa de Otto Wesendonck, Mathilde, dejando de lado la composición de El anillo del nibelungo para centrarse en la obra de mayor intensidad emocional jamás compuesta, Tristán e Isolda.
El romance fue descubierto y debió buscar refugio en Venecia. Fue entonces cuando conoció a su protector más importante, el enigmático y desdichado rey Luis II de Baviera de sobrenombre EL Loco. Con apenas 18 años y recién sentado en el trono tras la muerte de su padre, el monarca llamó a su lado a aquél artista con un espíritu tan afin al suyo y que habla sido capaz de plasmar en sus magistrales obras todo el caudal de sentimientos, sueños e ilusiones que por su alma corrían. Devoto admirador de su obra, el monarca le ofreció la protección y estabilidad que le habían faltado los años inmediatamente anteriores. Así, el músico total pudo presentar sus obras e incluso construir un teatro para la correcta exposición y comprensión de sus óperas, el Teatro de Festivales de la ciudad francona de Bayreuth, convertido todos los veranos en lugar de preregrinación de los amantes de las óperas de Wagner.
Los maestros cantores de Núremberg es producto de esos años de intenso optimismo al lado de Luis el Loco. La historia narrada en la ópera tiene lugar en Núremberg a mediados del siglo XVI. Por entonces, Núremberg era una Ciudad Libre Imperial, y uno de los centros culturales más importantes del Renacimiento en el norte de Europa. La historia retrata con fidelidad la Núremberg de la época, la vida interna y las tradiciones de la Corporación de Maestros Cantores entonces existente en la ciudad, una asociación de poetas y músicos aficionados, en su mayor parte de la clase media y a menudo maestros artesanos. El caballero francón Walther von Stolzing, un recién llegado, se enamora de Eva Pougner, la hija del orfebre. Pero su padre la ha prometido en matrimonio al vencedor del concurso de canto que tendrá lugar el día de San Juan entre los maestros cantores. Sólo gracias a la ayuda del poeta-zapatero Hans Sachs -cuyo papel está basado en la auténtica figura histórica del más famoso de los maestros cantores- el joven Walther logrará conciliar su natural inspiración con las reglas impuestas por la tradición, y componer una canción que le permita obtener en el concurso la mano de la joven, a pesar de las reticencias del viejo escribano Beckmesser. En consonancia con el asunto tratado, la obra es de espíritu alegre, amable y en ocasiones un tanto melancólico, lo que hizo de este drama musical de cuatro horas y media su principal éxito desde el estreno de la obra en Munich en 1868. Como es un poco largo, os dejamos con el principio del Preludio, el solemne motivo que se va alternando con otros más apasionados relacionados con Walther.