La popular expresión La música amansa a las fieras tiene su origen en la leyenda de Orfeo. Hijo del rey de Tracia y de la musa Calíope, poeta y músico, Orfeo poseía un canto y una forma de tocar la lira capaz de detener el infierno y aplacar la furia de las fieras más salvajes.
En el mundo antiguo la proximidad entre palabra y música era especialmente característica del canto mágico. Sabemos que griegos y romanos se valieron de ensalmos para defenderse de animales peligrosos, o para actuar mágicamente sobre la meteorología, incluso creían que podían actuar sobre los fenómenos celestes. El mejor ejemplo para ilustrarlo es el pitagorismo, que quiso hacer de la música un medio para la salud del alma, basándose en que los movimientos del alma se rigen por los mismos principios matemáticos que la música, la música de las esferas, el material con el que –dicen- Orfeo construyó su lira.
Orfeo era capaz de actuar mágicamente sobre la naturaleza porque, al haber captado su ritmo, sabía dirigirse al medio natural en su propio lenguaje. La música no solamente amansa a las fieras. La música se consideró siempre como un excelente método para desarrollar el carácter de los hombres y elevar su autoestima. Y también es la mejor forma de expresar un estado de ánimo. Ésta constituye uno de los mayores poderes de la música. Y uno de los más prácticos.