En la Europa altomedieval existieron dos grandes estados eslavos, el Reino de Bulgaria y el Imperio de la Gran Moravia. Desde su fundación a finales del siglo VII, el Reino de Bulgaria era el enemigo natural de un poderoso vecino, el Imperio Bizantino. A mediados del siglo VIII, el rey Boris I de Bulgaria, a pesar de haber sido bautizado en Constantinopla teniendo como padrino al mismísimo emperador Miguel III el Beodo, firmó una alianza con Luis el Germánico. Pero este acuerdo amenazaba al enemigo natural de Alemania, el Imperio de la Gran Moravia, que se apresuró a establecer contactos tanto con Carlos el Calvo -nieto de Carlomagno y Rey de la Francia occidental-, como con el Emperador de Bizancio. Siendo los eslavos de la Gran Moravia en su mayoría paganos, su príncipe Rastislav llegó a un acuerdo con Miguel III por el que se comprometía a aceptar para su reino el cristianismo en su forma oriental, siempre y cuando se les enviara misioneros que predicaran en lengua eslava. Miguel III y el patriarcado de la Iglesia Oriental de Constantinopla habrían preferido imponer el griego a los moravos, pero la opción de una liturgia en lengua eslava era preferible a dejar a la Gran Moravia bajo la influencia de la Iglesia de Roma.
El glagolítico es el más antiguo de los alfabetos eslavos que se conocen. Aunque hay fuentes que indican que su alfabeto pudo haber sido concebido en el siglo IV por San Jerónimo, otras fuentes atribuyen su creación a dos hermanos, los Santos Cirilo y Metodio, ilustres misioneros que habrían diseñado un sistema gráfico diferente de aquellos hasta entonces conocidos para facilitar la introducción del cristianismo en diversas regiones de Europa Central, entre ellas la Gran Moravia. La representación gráfica de los fonemas de las lenguas eslavas fue un acontecimiento de importancia capital en la Europa medieval, pues con él apareció en el panorama cultural europeo una cuarta lengua santa, junto al latín, el griego y el hebreo, lo que supone un triunfo de los gobernantes eslavos frente a los intentos de colonización cultural que supieron aprovechar la lucha entre Roma y Constantinopla por la supremacía en la cristiandad.
Junto con Dvorák y Smetana, Leos Janácek es el compositor más importante de la República Checa. En su catálogo hay unas veinte obras de inspiración religiosa, entre las que destaca la Misa glagolítica, uno de sus trabajos más importantes y atractivos, y una de las obras más representativas de su país. Compuesta en las postrimerías de su vida, la Misa glagolítica tuvo su origen en un reto que el propio compositor se impuso. Dicen que en una ocasión el compositor se lamentó ante un arzobispo de la mala calidad de la música litúrgica de su tiempo, obteniendo de su interlocutor la siguiente respuesta, Entonces, ¿por qué no compone usted algo que valga la pena? Tiempo después, comentándole la anécdota a un sacerdote, éste le entregó, junto con la liturgia eslava de la Iglesia Católica Romana, una copia de un texto litúrgico del siglo IX, en el que las palabras del latín original estaban traducidas al glagolítico. Así nació la Misa glagolítica de Janácek, un gran oratorio para cuatro cantantes solistas, coro y orquesta con órgano que contiene las secciones tradicionales del ordinario de la misa católica - Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei-, que no usan el tradicional texto en latín, y dispuestas entre una Introducción orquestal y un enigmático solo de órgano que antecede a una Conclusión orquestal.