Entre 1800 y 1802 Beethoven estrenó su primera y segunda sinfonías, obras que aunque por su estilo recordaban a los cánones del clasicismo de Haydn y Mozart, ya llevaban la semilla de lo que habría de ser el estilo maduro del compositor. En 1805, de forma inesperada, Beethoven estrenó su Tercera Sinfonía, sinfonía se ha hecho famosa por una anécdota extramusical. Su origen puede estar en el viaje que el general Bernadotte –más tarde coronado por Napoleón como rey de Suecia- hizo a Viena como embajador del Directorio francés. Parece ser que sugirió a Beethoven que escribiera una Sinfonía Bonaparte que debió componer durante el verano de 1803 en Oberdöblin, titulándola inicialmente Sinfonía grande, intitolata Buonaparte. Cuando después Napoleón se proclamó emperador, un rabioso antimonárquico como Beethoven tachó con rabia el ilustre nombre del corso para dejar la sinfonía como Sinfonía heroica, compuesta para celebrar la memoria de un gran hombre. Desde entonces, la Tercera se ha conocido como Heroica, término más relacionado con su carácter impetuoso y dramático que con la heroicidad de un personaje histórico como Napoleón.
En 1802, Beethoven redactó el famoso Testamento de Heiligenstadt, documento en el manifestaba el horror que suponía su inminente sordera y los instintos suicidas que lo acosaban. Un año después, para demostrar su capacidad para superar los obstáculos, comenzó a escribir la Tercera, que lo mantendría ocupado durante los dos años siguientes. La producción musical de Beethoven de esos dos años está considerada como una de las hazañas más incomprensibles en las artes y las letras, el paso más grande dado por un compositor en la historia de la sinfonía y en la historia de la música en general. Teniendo en cuenta las circunstancias vitales del compositor y su firme voluntad de enfrentarse a la adversidad, realmente es una forma de heroica redención mediante la música.
La Tercera Sinfonía rompió tajantemente con los modelos sinfónicos anteriores. Nada de lo que se había hecho hasta entonces hacía presagiar el auténtico mazazo que supuso a oídos de la delicada tradición vienesa. Desde los primeros acordes del primer movimiento, pasando por el profundo adagio, el revolucionario scherzo y el variable Finale, todo convierte a la Tercera en la primera sinfonía verdaderamente moderna, hasta el punto de asegurar que con la Heroica nacía el siglo XX de la música. Además, la Tercera Sinfonía de Beethoven es la sinfonía más influyente de la historia, pues no ha habido compositor que no se haya sido –para bien o para mal- influido por ella, incluso los más innovadores. La tercera tiene otra particularidad, y es que es la única de las nueve sinfonías de Beethoven que no se estrenó en un llamado concierto de suscripción. Antes de su estreno público en el Theater an der Wien se estrenó en 1804 en una ejecución privada en el palacio de su amigo y mecenas el Príncipe Joseph Franz von Lobkowitz, ese gran hombre a cuya memoria estaba dedicada la Sinfonía Heroica.