En noviembre de 1914, el Daily Telegraph londinense publicó King Albert’s Book: A Tribute to the Belgian King and People from Representative Men and Women Throughout the World, una recopilación de todo tipo de escritos, partituras, grabados y reproducciones de pinturas de destacados políticos, escritores, poetas, músicos y pintores de distintos países realizados en homenaje al valor con el que el rey Alberto I de Bélgica y sus soldados se habían enfrentado a la invasión alemana a comienzos de la Primera Guerra Mundial. Entre aquellos autores se encontraba Claude Debussy, quien contribuyó con la Berceuse héroïque.
la Berceuse héroïque es composición singular que escribió en un momento de su vida en el que, angustiado por la terrible enfermedad intestinal que lo estaba consumiendo y abrumado por los horribles sucesos que a sus oídos llegaban sobre el propio conflicto armado, se sentía llamado a escribir música patriótica.
Aunque la obra no tenía otra pretensión que ofrecer un homenaje a tanto paciente sufrimiento -haciendo referencia al valiente y abnegado sacrificio de los soldados belgas- la Berceuse héroïque refleja la profunda depresión en el que se encontraba sumido Debussy, un estado de ánimo por el que llegó a declarar, Yo sólo soy un átomo diminuto arrastrado por esta terrible catástrofe. Todo lo que hago me parece lamentablemente insignificante.
Si me atreviera y si no temiera la cursilería que este tipo de composiciones lleva consigo, entonces escribiría con gusto una marcha heroica. Pero, lo digo otra vez, ser heroico lejos de la lluvia de las balas me parece ridículo. No, no escribió una marcha, sino una íntima y trágica canción de cuna –Berceuse- originalmente escrita para piano y orquestada tiempo después por el propio Debussy de la que surgen las notas del himno nacional belga. Una pieza de compromiso compuesta entre Préludes y Études, dos obras de gran trascendencia musical que han hecho que la Berceuse pase lamentablemente desapercibida.