En la China imperial reinaba un emperador que estaba desesperado porque su única hija, la fría y cruel Turandot, no quería casarse. Cansado de esta situación, el soberano le dio un ultimátum: o se casaba o tendría que marcharse de palacio. La princesa aceptó, aunque con una condición, que los pretendientes se someterían a una prueba, y si no lograban superarla, ella misma les cortaría la cabeza. Después de unos días, las cabezas de los pretendientes se amontonaban en palacio.
El origen de la historia de Turandot se remonta al poema Las siete princesas del gran poeta de la literatura persa, Nezami. En el poema, cada una de las princesas es de un lugar distinto del imperio persa. Más tarde, Francois de la Croix adapta el personaje de la princesa rusa original del poema de Nezami, a una fría y caprichosa princesa china llamada Turandokht. En el siglo XVIII, a partir de ese relato, el dramaturgo veneciano Carlo Gozzi creó un cuento de hadas llamado Turandot, base del libreto, obra de Giuseppe Adami y Renato Simoni, con el que Giacomo Puccini volvía al Extremo Oriente, veinte años después del estreno de Madama Butterfly.
La ópera gozó de una gran aceptación desde su estreno en La Scala de Milán el 25 de abril de 1926, bajo la dirección de Arturo Toscanini y con la intervención del tenor español Miguel Fleta como Calaf. Se da la circunstancia de que Benito Mussolini no quiso acudir al estreno porque Toscanini se negó a interpretar primero el himno fascista Giovinezza. Además, cuando la obra llegó hasta el coro Liù ...Bontà, Toscanini dejó la batuta y exclamó: Aquí concluye la ópera, porque en este punto murió el maestro. Y es que Giacomo Puccini había muerto en Bruselas el 24 de noviembre de 1924.
Una de las partes más difíciles de la ópera es In questa reggia -En esta corte-, aria del segundo acto, cuando la princesa Turandot explica la razón de su comportamiento: que una de sus antepasadas, la princesa Lou-Ling, fue violada por un extranjero y abandonada a su suerte. Desea vengarla imponiendo una prueba mortal a príncipe que llegue a conquistarla, un aria de gran belleza que dice así:
Turandot
In questa Reggia,
or son mill’anni e mille,
un grido disperato risonò.
E quel grido,
traverso stirpe e stirpe
que nell’anima mia si rifugiò!
Principessa Lo-u-Ling,
ava dolce e serena che regnavi
nel tuo cupo silenzio
in gioia pura,
e sfidasti inflessibile e sicura
l’aspro domino,
oggi rivivi in me!
Folla
Fu quando il Re dei Tartari
le sette sue bandiere dispiegò.
Turandot
Pure nel tempo
che ciascun ricorda,
fu sgomento e terrore
e rombo d’armi.
Il regno vinto! Il regno vinto!
E Lo-u-Ling, la mia ava,
trascinata
da un uom come te, come te
straniero,
là nella notte atroce
dove si spense la sua fresca voce!
Folla
Da secoli ella dorme
nella sua tomba enorme.
Turandot
O Principi,
che a lunghe carovane
d’ogni parte del mondo
qui venite a gettar
la vostra sorte,
io vendico su voi, su voi,
quella purezza,
quel grido e quella morte!
Quel grido e quella morte!
Mai nessun m’avrà!
Mai nessun, nessun m’avrà!
L’orror di chi l’uccise
vivo nel cuor mi sta.
No, no! Mai nessun m’avrà!
Ah, rinasce in me l’orgoglio
di tanta purità!
Straniero! Non tentar la fortuna!
Gli enigmi sono tre,
la morte una!
Calaf
No, no!…
Gli enigmi sono tre,
una è la vita!
Turandot
No! No!…
Gli enigmi sono tre,
la morte una!
Calaf
Gli enigmi sono tre,
una è la vita!