Cuando Zaratustra tenía treinta años abandonó su patria y el lago de su patria y marchó a las montañas. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante diez años no se cansó de hacerlo. Pero al fin su corazón se transformó, - y una mañana, levantándose con la aurora, se colocó delante del sol y le habló así: ¡Tú gran astro! ¡Qué sería de tu felicidad si no tuvieras a aquellos a quienes iluminas!.
Así habló Zaratustra Op. 30 es un poema sinfónico compuesto por el alemán Richard Strauss en 1896. Se inspira en la obra homónima de Friedrich Nietzsche, trabajo difícil y extraño en el que el filósofo alemán establece, por primera vez en la historia de la filosofía, la predominancia del pensamiento como factor ordenador de la historia del hombre. Acontecimiento que significa el desplazamiento de otras instancias -llamadas fe, creencia, metafísica o moral- que jugaron ese papel anteriormente.
Obra y poema sinfónico despertaron interés, asombro y, algunas veces, reacciones claramente hostiles. Ante éstas, el compositor tuvo que precisar No he querido escribir música filosófica ni traducir musicalmente la gran obra de Nietzsche. Solo me he propuesto hacer un cuadro del desarrollo de la raza humana desde sus orígenes…hasta llegar a la concepción nietzscheana del superhombre...
En este poema sinfónico Strauss utiliza un lenguaje modernista, muy diferente al empleado en sus obras anteriores, una nueva vanguardia expresionista que refleja la angustia vital del ser humano y que se aleja del espíritu romántico del que es heredero el compositor y lo acerca al pensamiento de carácter siempre fragmentario del filósofo, que formula las cuestiones que conducen a la crisis del romanticismo.
La representación típica dura unos cuarenta minutos y está dividida en nueve secciones. Strauss denominó las secciones según los capítulos seleccionados del libro de Nietzsche, siendo Einleitung –El Amanecer– el primero de ellos. El Amanecer comienza con un grave de órgano casi imperceptible pero que es capaz de crear una tensión emocional que avanza con las primera notas de metal, in crescendo hasta el estallido final de la orquesta al completo , emulando el momento primigenio, el que se prefiera, el amanecer del universo o el del hombre.
No podría haber encontrado Stanley Kubrick una mejor explosión de sonido para ilustrar la escena inicial de su película 2001, Odisea del espacio, en la que la luna, la tierra y el sol se encuentran en conjunción para dar luz al amanecer del hombre.