Las fuentes clásicas sobre la historia de Roma aseguran que, en el año 71 antes de Cristo, seis mil esclavos fueron capturados y crucificados a lo largo del camino entre Capua y Roma como consecuencia de la última batalla librada entre las legiones romanas comandadas por Marco Licinio Craso y un ejército rebeldes liderado por un gladiador tracio llamado Espartaco. Terminaba así la tercera de las Guerras Serviles en la que a lo largo de casi tres años un ejército de esclavos insurrectos, que llegó a alcanzar los ciento veinte mil sediciosos, hizo temblar los cimientos de la República romana.
En julio de 1950, Aram Khachaturian, georgiano como Stalin y una de los compositores más influyentes y respetados de la extinta Unión Soviética, comenzó la composición de una de sus páginas más populares: la música para un ballet basado en el argumento desarrollado años antes por el crítico y escritor ruso Nikolai Volkov sobre la rebelión de Espartaco. El propio Khachaturian definía al personaje de Espartaco como paradigma del socialismo libertador, quizás haciendo alusión a su propia experiencia en la Unión Soviética, tan carente de libertad que el compositor, que nunca pasó de tener tibias relaciones con el aparato oficial, estuvo censurado por el propio régimen acusado de alejarse de los ideales de la revolución. Siempre respetando las formas tradicionales y empleando elementos melódicos, rítmicos y armónicos transcaucásicos, la obra, concluida en 1954 y representada por vez primera en 1956, fue objeto de sucesivas revisiones por parte del compositor a lo largo de los años.
Aunque inspirado en hechos reales, el argumento del ballet se construye en torno a una ficción en la que se entretejen el sufrimiento de los esclavos oprimidos y la arrogancia de los opresores, el ansia de libertad y el poder, el sexo y el amor casto y conyugal de dos parejas antagónicas de amantes, el esclavo Espartaco y su esposa Frigia, y el cónsul romano Craso y su concubina Egina. Del ballet se extrajeron varias Suites para ser interpretadas en concierto, entre las que destaca este Adagio de Espartaco.