Norma era sacerdotisa del dios de los galos Irminsul, pero rompió su voto de castidad por amor a Pollione, procónsul romano y padre de sus dos hijos. No obstante, éste se ha enamorado de Adalgisa, una joven sacerdotisa a la que planea raptar. Norma, con dolor, descubre el plan y amenaza al romano con una espantosa venganza sobre él y sobre sus hijos. Norma subleva a los galos, captura a Pollione, pero después se arrepiente al comprender la brutalidad de su acción y confiesa la violación de su casto juramento y se ofrece como victima a sacrificar para redimir sus culpas. Conmovido por la sinceridad e integridad de Norma, una Medea que se humaniza, Pollione le acompaña en la hoguera de la expiación y la muerte.
Vincenzo Bellini compone y estrena la ópera Norma con treinta años. Es muy joven, pero ya había alcanzado la madurez artística y escrito gran parte de sus obras, entre ellas una inmortal La Sonnambula. Norma es su obra maestra y la que lo sitúa entre los mejores compositores de ópera italianos de todos los tiempos, elevando la melodía, modulada, variada y larga, de enorme vitalidad y belleza, hasta las cimas más altas de la música, especialmente en el momento liberador final. Pero la obra es especialmente conocida por una de las arias más portentosas de todos los tiempos, cuando Norma, dejándose llevar por la rabia, convoca a los galos para indicarles el momento exacto de su levantamiento contra Roma y eleva su oración a la Casta Diva, diosa de la luna.
Basado en un drama de Soumet, el libreto de Felice Romani, en el que los guerreros galos aspiran a la libertad frente al opresor romano, ofrece evidentes paralelismos con el Risorgimiento, en el que los patriotas italianos esperaban liberarse del dominio extranjero.
Y, a pesar de sus deficiencias, siempre recurriremos a las dramáticas interpretaciones de la Callas…
Casta Diva, che inargenti
queste sacre antiche piante,
a noi volgi il bel sembiante
senza nube e senza vel...
Tempra, o Diva,
tempra tu de’ cori ardenti
tempra ancora lo zelo audace,
spargi in terra quella pace
che regnar tu fai nel ciel...
Fine al rito: e il sacro bosco
Sia disgombro dai profani.
Quando il Nume irato e fosco,
Chiegga il sangue dei Romani,
Dal Druidico delubro
La mia voce tuonerà.
Cadrà; punirlo io posso.
Ma, punirlo, il cor non sa.
Ah! bello a me ritorna
Del fido amor primiero;
E contro il mondo intiero...
Difesa a te sarò.
¡Casta Diva, que plateas
estas sacras antiguas plantas,
a nosotros vuelve el bello semblante
sin nube y sin velo!
Templa, oh, Diva
templa estos corazones ardientes,
templa de nuevo el celo audaz,
Esparce en la tierra esa paz
que reinar haces en el cielo.
Fin al rito, y el sacro bosque
sea limpiado de los profanos.
Cuando el numen airado y hosco
exija la sangre de los romanos
desde el druídico santuario
mi voz tronará.
Caerá, castigarlo puedo
Mas castigarlo el corazón no sabe.
¡Ah! bello a mí retorna
del fidedigno amor primero,
y contra el mundo entero
defensa para ti seré.