El 28 de noviembre de 1928 se estrenó en París una obra clásica, de ritmos españoles, inspirada en una bailarina rusa y compuesta por un músico francés. Es el Bolero de Maurice Ravel, que él mismo definía así:
‘Es una danza en un movimiento muy moderado y constantemente uniforme, tanto por la melodía como por la armonía y el ritmo, este último marcado sin cesar por el tambor. El único elemento de diversidad es aportado por el crescendo orquestal’.
Aquel 28 de febrero el escenario de la Opera Garnier se convirtió en un oscuro bar Barcelonés, para disgusto de Ravel que imaginaba otra escenografía para su bolero, Ida Rubinstein danzaba sobre una mesa rodeada de 20 hombres y, como no podía ser de otro modo, tal estreno tuvo algo de escándalo.
Tras aquel estreno llegaron múltiples interpretaciones -como la que hoy os proponemos, por la Orquesta Filarmónica de Munich- porque el Bolero de Ravel enamoraba entonces como ahora y, de hecho, ocupó hasta 1993 el primer lugar de la clasificación mundial de la Société des auteurs, compositeurs et éditeurs de musique.