Durante el siglo XVII se asistió al progresivo desarrollo, primero en Italia y después en el resto de Europa, de la música para conjunto de instrumentos. Conscientes del prestigio y la dignidad que una capilla musical proporcionaba a la monarquía, la corte de los conocidos Austrias menores - Felipe III y su hijo Felipe IV-, como todas las demás, siempre contaron con grandes maestros de música a su servicio, instrumentistas que bien merecida tenían su paga por la habilidad de sus dedos. Uno de ellos fue el brillante violagambista Henry Butler, que interpretó sus obras en la corte de Madrid durante treinta años y en cuya obra se percibe la influencia de la música italiana de la época, producto del contacto con músicos italianos en Madrid.
Entre ellos destacará la figura de Andrea Falconieri, tañedor de guitarra, laúd e instrumentos punteados napolitano que trabajó en Parma, Mantua, Florencia y Módena antes de viajar a España en 1621, donde sin duda conocerá a algunos de los músicos de la corte como prueba su dedicatoria de su pieza La Preciosa echa para Don Enrico Butler. No sabemos cuánto tiempo estuvo en España, pero sí que después pasó a Francia antes de ser nombrado maestro de capilla del virrey de Nápoles en 1647, puesto que conservó hasta su muerte por la peste en 1656.
Falconieri dejó una sola colección instrumental, el Primer Libro de Canciones, Sinfonías, Fantasías, Caprichos, Sonatas para Violín y Viola, publicado en Nápoles en 1650 y dedicado a Juan José de Austria, hijo de Felipe IV. En él pueden encontrarse varias danzas que fueron compuestas para las fiestas cortesanas napolitanas y otras con clara vocación escénica, pero todas obras ligeras y divertidas de ritmos y colores vivos y en las que muestra un estilo de escritura ágil y exquisito. Con algunos títulos enigmáticos y extravagantes como Folia echa para mi señora Doña Tarolilla de Carallenos, Riñen y pelean entre Berzebillo con Satanasillo o esta Batalla de Barabaso yerno de Satanás, que da un toque de humor a un género de gran tradición en toda Europa, el de la batalla. Sin lugar a dudas, estas obras también fueron escuchadas en la corte española durante el siglo XVII, siglo en el que las relaciones dinásticas y diplomáticas entre ambas cortes favorecieron el intercambio de compositores.