Talent

Seann Brackin: artista y piloto sideral

Su mejor talento es la capacidad de acción, ese impagable impulso para ponerse manos a la obra sin pestañear...

Más de cuarenta exposiciones e instalaciones internacionales avalan a este inmenso creador que se ha cruzado el planeta investigando y descubriendo el arte, los placeres naturales y a la gente de cada nuevo lugar que le acoge.

Nacido en Rock Springs, Wyoming, Seann Brackin, lleva más de quince años sumergido hasta las cejas en el mundo de la creación. Hijo de artistas, con diecisiete años coge la mochila y se lanza a crear su propia vida, después de viajar incansable por EEUU: Wyoming, Colorado,  New México, Portland Oregon y Los Angeles. Non stop.

Una historia cargada de lances y vivencias, que sin duda alguna, ha ido guardando con amor y tiento, para luego dejarlas explorar el mundo, viajando ya, en sus cuadros o en sus naves espaciales. Sus primeras aventuras le trasladan, nada más y nada menos, que a Turkmenistán. Después Francia, donde comienzan cinco rodantes años de viajes en bicicleta por Europa, Asia y América Central. Recuerda, con emoción, su época en varias estaciones de esquí alrededor del mundo como instructor de snowboard. En esos días descubrió también su pasión por la velocidad, por la energía y por la naturaleza, latentes siempre en sus invenciones.

Inspirada por científicos y filósofos que han disfrutado explorando los limites de entendimiento, la obra de Brackin es heterogénea y excelsa; instalaciones, cuadros y esculturas, que son discurso de ida y vuelta entre la sociedad y el universo de sus emociones.

En estos días, el nuevo objetivo del arte, es mejorar la fachada. Pensemos en la carcasa de una pila, el litio del interior sería el arte auténtico y puro. El artista debe ser capaz de crear un objeto que capte el interés del público con la ayuda de la estética y de las palabras, después el proceso está claro, cuando ya deciden involucrarse en el cuadro ya lo hemos logrado, tenemos arte compartido

Cuando nos encontramos frente a una de las obras de Seann, podemos comprender el proceso, los momentos de diálogo entre la obra y el artista; los gritos y los susurros hechos color, línea y textura. Nos cuenta, que todo comienza con una sensación fuerte, un conflicto, un grito de amor,… y poco a poco comienza el baile: garabatos, colores, formas; siempre con su estilo y sus experiencias estéticas dominando el pulso. En esos primeros movimientos espontáneos,utiliza lápices y cartones para dar con acabados más sencillos y universales. Luego llegará el color, y la pintura a borbotones. Cada brochazo o pincelada están colmados de él, de su momento, de ese segundo que los impulsa.

Su leitmotiv, que es disfrutar de vivir sin el control de miedo y abrir la mente para aceptar y comprender que el universo infinito nos espera (palabras textuales), le hace disfrutar como un niño observando el mundo, viendo y entendiendo las realidades y percepciones de la gente; cómo caminan, por qué ríen, si juegan o si se quedan dormidos delante de la televisión.

Después de muchos años en su piel, sentencia que su mejor talento es la capacidad de acción, ese impagable impulso para ponerse manos a la obra sin pestañear que, damos fe, se respira siempre a su alrededor.

Ahora, y crucemos los dedos, está en Madrid. Enamorado, al parecer, de la gente, del clima y del arte, decide quedarse entre nosotros. Que así sea.

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