Miriam Álvarez. Pena Jewels.

Miriam Álvarez, enamorada de las frutas, los animales y los metales preciosos. Diseña joyas para chicos, chicas, mayores y jóvenes, y lo hace con el cariño y la imaginación de una niña que permanece tranquila, sentada en su pupitre. Es madrileña, tiene 30 años y poco a poco, con el empuje de un vendaval veraniego, ha convertido su firma, Pena Jewels, en un referente en la bisutería más actual, ¿por qué? Pasen y vean.

Tiene estilo, calidad y está en la órbita de la tendencia más elegante y distinguida. Aires lusos acompañan siempre a sus piezas, y es sin duda, debido a que el nacimiento de la firma tuvo lugar en el centro lisboeta, de ahí el nombre de la casa: "Pena", el barrio de empinadas calles por las que Miriam subía y bajaba cargada de materiales, cuentas y engarces en sus comienzos. Además, esta forma de nombrar su marca, lejos de referirse a un sentimiento de tristeza, quiere decir en portugués “pluma”, objeto recurrente en sus colecciones, que define a la perfección, el espíritu de sus creaciones; volátiles, ligeras y delicadas.

Vancouver, es el último de sus proyectos, con él da un giro de 180 grados y rompe aparentemente, con la línea a la que nos tenía acostumbrados, más figurativa, dulce y candorosa. Llegan geometrías entrelazadas y acabados más puros, siempre con el latón como material abanderado; conformando así su trabajo más escultórico. Un paso más en el imaginario de sus acertadas manos.

“En el caso de Vancouver, he elegido minerales y he sacado una forma geométrica de cada uno. De ahí se hacen unas pequeñas esculturas en cera que luego pasan a ser de metal, se soldan y formas las piezas básicas de la colección. Una vez que tengo estas piezas decididas empiezo a jugar con ellas, para ver de que formas me gustan.”

La carrera de fondo que lleva a la espalda comenzó en los años de universidad, inaugurando con grandes amigos una marca de bisutería con la madera como emblema. Después han llegado colaboraciones con firmas internacionales, producciones de moda, desfiles, mercadillos y recorridos por las tiendas más punteras de la ciudad.

Su sueño: vivir cerca del Mediterráneo, en una playita tranquila, y viajar con asiduidad, mundo arriba y mundo abajo, en busca de inspiraciónes y nuevos materiales. Sin duda, sus osos, leones, cuadrados, rectángulos y frutas exóticas irán con ella en sus andanzas. Nosotros permaneceremos cerca, silenciosos, siguiendo de cerca cada uno de sus movimientos.

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