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Álvaro Castro. El perfecto gourmet

Ferrolano residente en Madrid, un absoluto amante de los viajes y la gastronomía.

Amanecer descubriendo leones en África, vivir la mejor noche neoyorquina, bañarse con tortugas en Polinesia, volar en jet privado a un recóndito palacete francés, acudir a una tradicionalísima boda marroquí o pasar días en una isla desierta en Maldivas, estos son los planes habituales de este joven (y sí, afortunado) periodista que ya, desde hace años, se rifan en las grandes cabeceras internacionales. Su pluma, su intuición y su creatividad hacen únicos cada uno de sus reportajes. Iniciamos con él el recorrido, no hay duda, no habrá mejor guía para el viaje.

Como no podía ser de otra forma, este ferrolano residente en Madrid, de 34 años, se define como un absoluto amante de los viajes y la gastronomía, de ahí que luchara durante años por convertir esa pasión en su trabajo y su dedicación permanente. Desde pequeño lo tuvo claro, ser periodista y explicarle a la gente la inmensidad del mundo que nos rodea, tenía que ser su profesión.

Nuestro querido señor Castro, por aquel entonces, ya apuntaba maneras, tranquilo y formal, creció en un ambiente de buen gusto y mejor paladar. Su familia no escatimaba en dedicación a la hora de poner en la mesa los productos y materias primas de mayor calidad; iban a los mejores mercados, puertos, granjas... y hacían sus propias conservas. Ahora disfruta como entonces, imaginando un futuro en el que continuar descubriendo el mundo tanto para sí mismo, como para todos sus lectores. El mejor plan será, sin duda, preparar con tiempo y esmero una cena para sus amigos en casa, verles comer con pasión y disfrutar de una buena conversación. Grandes y pequeños placeres que ocupan a este gourmet que no teme hablar del lujo, de la elegancia y de la excelencia, como punto y perspectiva fundamental de todo amante de la gastronomía, la hostelería y el viajar con mayúsculas.

En su caso, vida personal y profesional alcanzan a tocarse a menudo, y lo hacen por ejemplo cuando en su tiempo libre, se dedica en cuerpo y alma a la investigación culinaria, llegando a fabricar los platos en los que servir sus propuestas. Cinco años estudiando cerámica dan para conseguir crear así, tanto continente como contenido, dotando a todo el compendio de armonía e interconexión. Así que hace el plato, el pan, las mermeladas, las salsas, y no fabrica las lechugas, porque aún no ha sido dotado con ese don, pero todo se andará.

Podemos decir que su carrera como periodista comenzó en la maravillosa Buenos Aires de los noventa, "por entonces la ciudad más trendsetter, divertida, creativa y vibrante del momento" gracias a una beca que consiguió en el diario argentino La Nación, fue así, de la mano del director del medio, cuando descubrió que su campo de batalla sería el sector del "lifestyle". Ahora, casi once años más tarde, las mejores revistas y periódicos, las grandes editoriales de libros de viajes, programas de radio, concursos, restaurantes, cadenas hoteleras y oficinas de turismo, no sólo le abren las puertas de sus imperios sino que le reclaman que se quede con ellos y que firme sus reportajes y recomendaciones bajo su sello, es por esto que su tiempo está medido y agendado con pulcritud y detalle. Increíblemente puede con todo, va, viene, vuela y regresa, y encuentra tiempo para mantener al día emails, redes sociales, y no perder de vista su faceta más social y altruista que le hace colaborar activamente con ONGs como Fundesco.

Huye de los tópicos y de las básicas propuestas de agencia, busca siempre dibujar una nueva cara de la ciudad, el hotel o el restaurante sobre el que va a escribir.  Su idea es dar información nueva, diferente, adaptada a los tiempos que corren y realmente útil, que ponga a la gente a hacer la maleta y a salir de casa. "A la hora de hablar de Japón, viendo que la visión urbana estaba muy explotada, decidí hacer un viaje en tren, lento, tranquilo, por pequeños pueblos, mostrando una nueva opción para conocer el país".

Fiel discípulo de la escuela del sacrificio y el trabajo duro, se considera positivo y optimista;  el mensaje que deja caer es claro y completo: hay que viajar, moverse y ser conscientes de que nuestro país es un hermoso lugar para disfrutar de la vida.

Los pequeños placeres, lo auténtico, lo local y lo artesano como plato principal, y el lujo y la excelencia dando color al espectáculo. Tomen asiento, la mesa está servida.

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