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Marta Lojo

Marta Lojo es una de esas personas que logran convertir lo aparentemente ordinario en algo extraordinario.

Marta Lojo es una de esas personas que logran convertir lo aparentemente ordinario en algo extraordinario. Su espontaneidad, su llaneza y su creatividad le acompañan desde siempre y, aunque nunca tuvo claro a lo que se quería dedicar, un buen día se descubrió haciendo lo que ahora más le gusta: diseñando etiquetas de vino en su propio estudio.

De pequeña quería estudiar Derecho pero sus manos le llevaban la contraria ya que pasaba grandes ratos escribiendo letras en el marco de la ventana de su habitación. Siempre tuvo una gran sensibilidad artística, ganó varios premios de fotografía y dudó sobre si dedicarse a ella, pero finalmente decidió estudiar Diseño Gráfico en la Escuela de Arte Pablo Picasso de la Coruña. Al terminar, la influencia de unos padres hosteleros, de un hermano enólogo y de un hogar en el que la vendimia se vivía cada año de forma directa, le llevaron a realizar un estudio de marca de una bodega de vino inventada como proyecto de fin de curso.

Al terminar de estudiar, un 18 de febrero de 2003, me fui a Barcelona. Allí estuve durante 4 ó 5 meses con una familia y recorrí las bodegas Denominación de Origen Cava y Penedés”. Marta recuerda cómo en esos meses aprovechó su estancia en la ciudad condal para acudir a la Feria Alimentaria. Fue allí donde, fascinada por el inmenso espacio dedicado al mundo del vino, decidió que quería desarrollar su trayectoria profesional en ese sector. En ese mismo momento y lugar conoció al prestigioso bodeguero Julián Chivite, “él me encargó un re-styling de varias de sus marcas y hoy en día sigue siendo uno de nuestros mejores clientes”.

Regresó a Galicia con otro punto de vista y con un encargo debajo del brazo y decidió fundar su propia empresa. Más tarde se asoció con su compañero de estudios Kike López quien se convirtió en el Director Creativo y pilar fundamental del estudio. Eligieron una casa de más de 300 años de antigüedad en el centro de Cambados y, diez años después, es allí donde entre los dos siguen convirtiendo botellas de vino en auténticas piezas de diseño. “Nuestro objetivo es que se note que las botellas han pasado por las manos de un diseñador. Queremos que cuando alguien las tenga en la mano se de cuenta de que hubo una persona sensible que trató de diseñarla con cariño y pensando en a quién iba dirigida”.

Su inmenso respeto por las marcas y su meticulosidad les han llevado a diseñar etiquetas como la del vino oficial de la Vuelta Ciclista a España 2012. Además, el trato personalizado que ofrecen a todos sus clientes es una de las claves de su éxito, que se ha visto reconocido por premios tan prestigiosos como el oro en Los Ángeles Wine & Spirits Awards en 2010.

Marta Lojo hace grandes las cosas pequeñas y ha conseguido que los amantes del buen vino disfruten de esta bebida con un sentido más: la vista. Sabe que la situación no es fácil ahora mismo y reconoce que “competimos con empresas muy grandes y con mucho presupuesto, pero tenemos una cosa que ellas no tienen: la máxima especialización en un tema. Ellas abarcan muchas cosas, pero nosotros tratamos de empatizar con el bodeguero para entender bien las claves de cada vino, con lo que conseguimos adaptarnos al perfil de cada cliente”. En el Estudio Marta Lojo cada trabajo se plantea como un nuevo reto y se lleva a cabo con grandes dosis de pasión y sentimiento.

Ella, risueña, afirma “estamos encantados de ser diferentes”. Aunque, entre nosotros, siendo simplemente diferentes no se diseña para bodegas nacionales como Martín Códax, Rafael Palacios, Félix Solís o Julían Chivite e internacionales como Mack & Schühle o Direct Wines. Para tener un portfolio como el suyo hay que ser, por lo menos, extraordinario.