A Ismael Serrano aún le queda mucho por vivir y por sentir, y cree firmemente que “mientras uno se sienta vivo y se emocione, inevitablemente tendrá canciones”. El tintero en el que guarda sus notas y sus letras está lleno de sentimientos e ideas que, al entrar en contacto con la realidad, se convierten en melodías que permanecen en el tiempo casi como si estuvieran compuestas con tinta impermeable.
A los 12 años empezó a estudiar solfeo y a presentarse por libre a los exámenes. Por aquel entonces aún contemplaba la música como un sueño lejano y por eso decidió empezar la carrera de Físicas, atraído por la parte más romántica de la ciencia: la astrofísica, rama en la que se especializó. Pero poco a poco vio que la música le llamaba y le demandaba más, y decidió cambiar apuntes por guitarra. Desde entonces la función que cumple la música en su vida no ha cambiado “es una terapia para convivir con los miedos, exorcizar fantasmas y mantener la memoria, saber de dónde vienes y recordar quien eres”.
Su corazón se encuentra dividido entre España y Ámerica, en donde tiene numerosos fans de los que admira “la atención que tienen a la palabra y el respeto que profesan al que escribe”. Al otro lado del Atlántico compartió escenario con el cantautor Silvio Rodríguez, la argentina Mercedes Sosa y vivió el sufrimiento de las madres de la Plaza de Mayo, a quienes dedicó una canción.
Los mejores consejos los ha recibido de la propia música de sus referentes, “de aquellos que tienen una forma muy honesta de entender el oficio de cantautor”, como Luis Eduardo Aute, Paco Ibáñez, Serrat o Sabina. Y en todos sus conciertos aún sigue saludando a sus familiares y amigos, los que le aplaudieron por primera vez y siempre lo siguen haciendo.
Porque, a pesar de los años y la experiencia, Ismael sigue subiéndose a cada escenario con una incertidumbre, mitad humilde mitad perfeccionista, y la duda de si sus canciones llegarán a establecer lazos con los presentes. Y es que para él “un concierto es un lugar de encuentro en el que se busca provocar una complicidad y un diálogo vivo” y su profesionalidad le pide inevitablemente exigirse cada día más.
Él afirma que cada cita con el público es “un ejercicio de sinceridad ya que expones parte de ti”. Pero Ismael Serrano lo pone todo sobre la mesa: su visión de la realidad, sus recuerdos, las ideas que acuden recurrentes a su cabeza y hasta sus silencios porque, aunque él no concibe la vida sin palabras, confiesa que lo único que le deja mudo es un insulto inmerecido o una agresión gratuita.
Ahora mismo se encuentra inmerso en los últimos conciertos de la gira de su disco Todo empieza y todo acaba en ti, el octavo de estudio, con el que se colocó directamente al número uno de ventas. Si aún no has escuchado sus últimas letras en directo podrás hacerlo el 14 de abril en el Palacio de Congresos de Granada, el 18 de abril en el Teatro Arteria Paralel de Barcelona y el 7 de mayo en el Teatro Circo Price de Madrid.