Creció entre telas, patrones y pespuntes. De niño pasaba horas dibujando bocetos, coloreando figurines entre los telares de su abuela materna y sus tíos. Casi podríamos asegurar que Ion Fiz nació con la alta costura en el ADN. ¡Tanto como en el ADN, es un poco exagerado!, ríe divertido. Pero sí es cierto que empecé desde muy pequeño a sentir el aguijón de la moda, del diseño, del trabajo de taller. Me gustaba hacer ropa. Lo de la alta costura vino después.
Su destino estaba claro. Tras terminar sus estudios de diseño de moda y patronaje industrial se inició en el mundo del diseño en firmas deportivas como Karhu o Jeans Bonaventure, aunque era más producto —tejido, fichas técnicas— que colección de moda. Después entré en Pertegaz, en Barcelona; fue un proyecto que no salió adelante pues una serie de compromisos muy importantes del maestro, como el vestido de la reina, retrasaron las colecciones. Aunque fue en sus talleres donde comenzó a perfilarse ese estilo inconfundible que hoy sella sus colecciones: delicado, atrevido, vanguardista, sofisticado… Líneas exquisitas, ultrafemeninas, depuradas, entre las que siempre encuentra un hueco para la innovación. Sin duda Pertegaz marcó su futuro como diseñador —no en vano los expertos le consideran como su digno heredero—, pero no es su único referente. Cristóbal Balenciaga es mi icono, pero es fascinante Saint Laurent. Y Dior, claro. La silueta de Dior.
¿Te inspiran o te inspiras? Cómo se desarrolla tu proceso creativo? La inspiración no llega de repente; eso es un mito y además, irreal. Puedes tener muchos temas bullendo, pero hasta que no cuaja uno que te hace sentir creativo, que te ves capaz de desarrollar, que lo sientes, que te gusta, que encaja… Haces, deshaces. Ese es el momento. Aunque el trabajo, la experiencia también influyen, te van dando la medida. Y la investigación, el estudio, conocer los tejidos, mucho trabajo de taller. Y ser fiel a ti mismo. Eso es fundamental. Tanto como el patrón, la costura, el material.
Su magnetismo envuelve el backstage y su mirada verde taladra mi libreta. Me encanta tu “chuleta”. Y sonríe. Es que a mí me gusta diseñar a mano, dibujar y escribir en papel, colorear con plumilla y rotulador. Porque me gusta el arte, lo artesano, el trabajo de atelier, el detalle, la esencia. La esencia (nunca perdida) que él reivindica en Présage, la colección Primavera-Verano 2016 que está a punto de presentar en la MBFW Madrid. Esta vez, explica, he retomado “mi yo”. Porque el mundo de la moda es tan vertiginoso que a veces te obliga a olvidarte de ti mismo, de lo que realmente importa. Te conviertes en una máquina. Es entonces cuando hay que regresar, recuperar la entidad, el alma.
En el vestuario todo son prisas; faltan menos de dos horas para el desfile y los últimos retoques son tan importantes como la propia creación. Fiz ultima los preparativos; esta gafa, el bolso de Rakelitoh, las sandalias infinitas de Custom&Chic… No pierde detalle. Perdona un segundo, me dice. Porque además de artista es encantador. Y a pesar de la experiencia, los nervios siempre aparecen. Présage es una colección muy especial, continúa, un presagio —de ahí su nombre— que surge de intuiciones, de pensamientos, de momentos y certezas en la que mantengo el clasicismo, los encajes, los vestidos lady, un corte más español; pero he incorporado materiales vanguardistas como el neopreno, el plástico o las pieles irisadas, y elementos nuevos: rejillas, largos diferentes en una misma pieza, asimetrías.
El 5 de octubre debutas en París. La pregunta es casi obligada, ¿un sueño hecho realidad? Sí, me emociona muchísimo desfilar en París. Pasarela emblemática que me provoca tensión, ilusión, emoción; tengo los nervios a flor de piel. Espero que salga todo bien porque es una gran oportunidad. Triunfará. Desde luego tiene todos los boletos para lograrlo: arte, talento, magnetismo, un gusto exquisito y una colección espectacular.