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Alejandra Brizio, CEO de SOLOiO y de los tréboles de 5 hojas

Encierra deseos en talismanes. Habla y su voz se convierte en pasión compartida.

Una puede recorrer las tiendas de complementos para hombres SOLOiO e intuir a la empresaria que hay detrás de cada uno de los coloridos espacios, pensados al máximo detalle. Una la puede ver a ella, Alejandra Brizio, en cada una de las prendas y accesorios. Pero lo que no te imaginas es que entrevistarla puede convertirse en una charla tan como de amigas que se cuentan cosas después de siglos de no verse.

Y es que Alejandra es así. Comienza hablando de su colección y de su inspiración. De su niña mimada que está a punto de abrir en Cartagenas de Indias. Allí, en ese entorno histórico, Alejandra cuenta los detalles y una ya puede imaginarse el paisaje, a su clientela luciendo la nueva moda baño en esos atardeceres cartaginenses tan particulares. Y es que la nueva colección te lleva, en colores, a la playa. Al drink en el chillout. Al hombre elegante, el que no se despeina en el agua, a ese que está impoluto más allá de lo que luzca, conjuntado y descontracturado. El hombre que ya ha pensado en todo incluso antes de que tengas la necesidad. Ese que busca confort y ese toque actual, el despeinado, pero estudiado.

Los ojos de Alejandra se iluminan cuando habla de SOLOiO. Ella, que venía del mundo de las auditorias y los Excel, que no se conformó con las planillas y decidió que tenía que lanzarse a hacer algo que la llenara, habla a través del entusiasmo y la pasión.

Comenzó a ver que en el mundo de los hombres existían pocas opciones para los complementos de calidad y de diseño contemporáneo. Así fue investigando… -tal vez la última de sus grandes auditorías- hasta dar con el nicho de las corbatas. Pero no cualquiera. Seda italiana, elaborada por manos artesanales. Esas manos que se pasan de generación en generación la sabiduría del corte y el cosido, las mismas  que trabajan para Hermès, por ejemplo. Pero esta vez, haciendo gala de su sabiduría costurera para ella.

La mujer detrás del hombre relajado, casi perfecto, ése que parece sacado de las revistas, ama el campo y la naturaleza. Dice que allí encuentra la paleta de colores para sus creaciones. Y no me extraña que inspire a quien la escucha, porque los ojos se le llenan de anécdotas y paisajes para describir amaneceres y atardeceres campestres,  a olor a hierba fresca, a tanta extensión de tierra recién mojada por la lluvia de su Santa Fe natal. Porque Alejandra nació en Argentina pero hace tanto que viaja, que el paisaje se le vuelve mirada nostálgica cuando describe los caballos.

Dice que ama el color verde profundo. No cualquier tonalidad, sino el del vestido espectacular de Keira Knightley en la película Expiación. Un icono absoluto y rotundo de lo que es un verde, creado por Jacqueline Durran, que se convirtió rápidamente en uno de los vestidos más deseados del Hollywood.

De mirada para dentro, la espiritualidad de Alejandra es tan extensa como el horizonte de los campos de Santa Fe. Ella no cree en la suerte, cree en el trabajo, pero encierra deseos en talismanes. Colecciona tréboles de 4 hojas y sólo los regala a quien merece recibirlos. Antes, los carga de positivismo… o energía… o buenos augurios y luego los pasa a las manos correspondientes. Dice que los encuentra con facilidad, así como los de 5 hojas. Sí, rarezas que para ella son frecuentes.

Dice que recarga energías en su Santa Fe y que por mucho que pueda tener, nunca olvida su piedra en el bolsillo. No es una joya, no es una roca a punto de convertirse en diamante. Es una… piedra, que ella aprieta con fuerza y agradece lo que tiene. En la charla que tenemos, varias veces se resguarda en esa inmensa tierra espiritual que tiene. Mucho va de intuición e instinto, dice, y que por los resultados hasta el momento, ambos están acertados. Visualiza, analiza, intuye y luego decide.

Y el olor a naturaleza, a verde, la llama.

Y SOLOiO la reclama.