Wassily Kandinsky nació en Moscú en 1866 en el seno de una familia acomodada que le proporcionó desde la infancia una educación artística que encauzara una sensibilidad especial que escapaba de lo común. Y es que Kandinsky, que era incapaz de aprender de memoria cifras, nombres o poemas, poseía una memoria visual extraordinaria que retenía y absorbía cualquier detalle.
Con ocho años empezó a tocar el piano y el violonchelo y durante la adolescencia recibió clases de dibujo. Después, a pesar de su inquietud por los colores y su sonido interior, se instalaría en Moscú para realizar los estudios de Derecho y Economía en la Facultad de Leyes. Pero finalmente el arte pudo más, y hacia 1896 rehusó el cargo de profesor de Jurisprudencia en la Universidad de Dorpat, en Estonia, y se trasladó a Alemania para dedicarse por entero a la pintura.
Por aquel entonces, Múnich era uno de los centros europeos del arte y fue la ciudad elegida por Kandinsky para emprender su camino como artista. No fue admitido en la Academia de Bellas Artes, pero comenzó a pintar de forma autodidacta y se formó asistiendo a clases en el taller de Anton Azbe, hasta que lo admitieron en la Academia, donde asiste a las clases de Franz von Stuck a las que también acude Paul Klee. Más adelante, crearía su propia escuela de pintores, dirigiría el grupo Phalanx, y comenzaría a colaborar con el grupo Tendances Nouvelles.
Aunque sus primeros trabajos se encuentran aún ligados al expresionismo alemán, pronto comenzaría a aparecer la tendencia hacia la abstracción y hacia el papel protagonista que daría al color el resto de su vida. Es a partir de 1910 cuando comienza una etapa creativa decididamente abstracta, vinculada con su activa participación en Der Blaue Reiter -El Jinete Azul-, iniciativa artística liderada por Franz Marc y él mismo. De 1912 es su libro De lo espiritual en el arte, un ensayo fruto de las notas acumuladas por el artista durante más de diez años donde destacó la fuerza interior que se expresa mediante la pintura, así como la primacía de los colores y las formas puramente abstractas en el arte moderno.
Es interesante comprobar, y no es casual, cómo su reflexión teórica sobre el arte se desarrolló en un momento en el que los descubrimientos de la física, con la Teoría de la Relatividad de Einstein, parecían hacer tambalear los cimentos de la ciencia. A pesar de que la Primera Guerra Mundial puso punto final a El Jinete Azul y a su estancia en Múnich, esta etapa creativa marcó toda su trayectoria. En Moscú trabajaría en diferentes museos, comités e instituciones oficiales hasta que, en 1922, Walter Gropius lo llama para formar parte docente de la Bauhaus de Weimar hasta su clausura por los nazis. En 1933, Kandinsky abandonó Alemania y marchó a París, estableciéndose en Neuilly- sur-Seine, donde permanecería hasta su muerte en 1944.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"Es bello lo que procede de una necesidad interna del alma."
- 2
"La objetividad, la descripción del objeto, no es necesaria en mis pinturas. En realidad les perjudica."
- 3
"El arte va más allá de su tiempo y lleva parte del futuro."
- 4
"Toda etapa de la cultura produce un arte específico que no puede ser repetido."
- 5
"Pretender resucitar premisas artísticas del pasado puede dar como resultado, en el mejor de los casos, obras de arte que son como un niño muerto antes de ver la luz."
- 6
"El elemento objetivo dará lugar a que la obra de hoy diga en el futuro "yo soy" en vez de "yo fui"."
- 7
"El artista es la mano que, mediante una y otra tecla, hace vibrar adecuadamente el alma humana."
- 8
"El color es un medio para ejercer influencia directa sobre el alma: el color es la tela, el ojo el martillo, y el alma es el piano con sus cuerdas."
- 9
"El artista ha de tener algo que decir, pues su deber no es dominar la forma sino adecuarla a un contenido."
- 10
"Todos los procedimientos son sagrados si son interiormente necesarios. Todos los procedimientos son pecados si no se justifican por la necesidad interior."
- 11
"El crítico de arte es el peor enemigo del arte."