A principios del siglo XX, en pleno proceso regeneracionista tras el desastre del 98, Unamuno y Ortega y Gasset se enzarzaron en una controversia que terminó resumida en la chocante exclamación ¡que inventen ellos!, con la que Unamuno, en el ensayo Del sentimiento trágico de la vida, quería sacudir la conciencia de los españoles diciendo lo contrario de lo que parecía que estaba diciendo. El mismo año de la publicación del ensayo de Unamuno, 1913, Leonardo Torres Quevedo daba a conocer en Madrid sus Ensayos sobre Automática. Al año siguiente, presentaba en París su Autómata ajedrecista, la primera máquina dotada de inteligencia artificial de la historia. Ese mismo año, el Almirantazgo británico adquirió su dirigible Astra-Torres XIV, el único aerostato con verdadera capacidad operativa de todo la Royal Navy, el primero de una larga serie de unidades fabricadas en Gran Bretaña durante la Gran Guerra.
En 1916 se inauguró en Canadá el Niagara Spanish Aerocar, el primer teleférico de Norteamérica. Ya en 1902, Torres Quevedo había inventado el telekino, el primer mando a distancia, en 1907 había puesto en funcionamiento el primer transbordador aéreo del mundo en el Monte Ulía de San Sebastián, y en 1920 el primer ordenador electromecánico. En total, veinte inventos patentados, además de tres certificados de adición por mejoras introducidas en otros tantos inventos entre funiculares, transbordadores, señalización, el telekino, globos dirigibles, máquina taquigráfica, binave, enclavamientos ferroviarios, máquinas de escribir, paginación de libros, puntero proyectable y proyector didáctico. Así que no es de extrañar que un extranjero –ellos describiera en 1930 a nuestro compatriota el insigne ingeniero montañés Leonardo Torres Quevedo como el más prodigioso inventor de su tiempo. Ese extranjero era ni más ni menos que el Presidente de la Sociedad Matemática de Francia.
De ascendencia bilbaína por parte de su padre y montañés por parte de su madre, Leonardo Torres Quevedo había nacido en Santa Cruz de Iguña, Cantabria, pueblo natal de su madre, el 28 de diciembre de 1852. Pasó su infancia y juventud con sus padres en Bilbao, hasta que terminado el bachillerato, se trasladó a París dos años a proseguir estudios con los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Dicen que allí se gestó el espíritu creador de Leonardo. Inteligente e imaginativo, con un pensamiento claro y amplio y unas condiciones privilegiadas para la matemática y la mecánica, de vuelta a España ingresó en la prestigiosa escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid, donde adquirió su auténtica formación matemática, científica y tecnológica. Era frecuente que Leonardo asistiera a las tertulias del Ateneo de Madrid, las del Café Suizo y las de la Elipa. En 1920, ingresó en la Real Academia Española sucediendo a Benito Pérez Galdós, y entre sus muchas distinciones y honores destacan las de Asociado de la Academia de Ciencias de París, de la de Buenos Aires, de la Sociedad Científica Argentina, Comendador de la Legión de Honor francesa, Inspector honorario del Cuerpo de Ingenieros de Caminos y poseedor de las grandes cruces de Alfonso XII y Carlos III.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"Hay una clase de autómatas que ofrecen el mayor interés: los que imitan, no los gestos, sino las acciones del hombre."
- 2
"He perdido la disciplina del estudio: no sé estudiar. Yo soy inventor, únicamente inventor."
- 3
"Cuando se me presentó el momento de tomar puesto en el Escalafón estaba ya convencido de mi poco amor al trabajo metódico y disciplinado de las oficinas, y renuncié a él para dedicarme a pensar en mis cosas."
- 4
"Conocidas son las dificultades con las que tropieza un profesor para ilustrar su discurso, valiéndose de proyecciones luminosas. Necesita colocarse frente a la pantalla cuidando de no ocultar la figura proyectada para llamar la atención de sus alumnos sobre los detalles que más les interesan y enseñárselos con un puntero."
- 5
"Hace ya tiempo que vengo estudiando la manera de facilitar la enseñanza técnica, mediante el empleo de proyecciones luminosas..."
- 6
"El más prodigioso inventor de nuestro tiempo."
Maurice d’Ocagne.
- 7
"El Sr. Torres lleva más allá su noble ambición, y propone medios muy curiosos y sin grave dificultad practicables para hallar las raíces imaginarias."
Eduardo Saavedra.
- 8
"Resultaría tan elegante un procedimiento que fuera dando automáticamente todas las raíces, reales e imaginarias, de una ecuación por un solo movimiento, que se debe estimular al inventor para que prosiga los estudios en tal sentido."
Eduardo Saavedra.
- 9
"¡Tan altos y relevantes son los méritos científicos y tan nuevas y extraordinarias sus concepciones en Mecánica y sus incomparables invenciones en todos los órdenes de la técnica y de la ingeniería!"
Francisco de Paula Arrillaga.