Érase una vez un niño muy inteligente, tan inteligente que quiso llegar a ser John Ford. Sin embargo, su inteligencia le hizo reparar en que llegar a la altura alcanzada por el maestro era imposible, y decidió situarse a otro nivel creando el spaghetti western. Su carrera comenzó después de finalizada la II Guerra Mundial. Cuando tenía 18 años, su padre, entonces proveedor de los estudios Cinecittá y antes director de cine hasta que un maldito día se cruzase con Benito Mussolini, consiguió que su hijo se convirtiese en ayudante de dirección para que pudiese aprender el oficio al lado de Vittorio de Sica en El ladrón de bicicletas. Sin embargo, pese a su juventud, Leone pronto adoptó posiciones de rechazo al neorrealismo. Mataba la imaginación. Por el contrario, con frecuencia le elegían para formar parte de los equipos que en los años 50 acudían a Roma a rodar las superproducciones de Hollywood, un cine en las antípodas del neorrealismo italiano. Sus trabajos junto a maestros como Mervyn LeRoy en Quo Vadis, Robert Wise en Helena de Troya y William Wyler en Ben-Hur fueron determinantes en su forma de ver el cine.
Su primera película como director fue El coloso de Rodas, una de romanos, colosalista y superficial, que le abrió las puertas al cine-espectáculo ante la crisis de producción de Hollywood de los primeros años 60. De ahí surge el spaghetti western, del fuerte descenso de películas del oeste en su país de origen, mientras que no ocurría lo mismo en Europa, donde esa demanda aumentaba. Así, en 1964 realizó su segundo filme, Por un puñado de dólares; en 1965, La muerte tenía un precio; y en 1966, El bueno, el feo y el malo, la llamada Trilogía del Dólar, westerns rodados en Almería que batieron récords de taquillaje a ambos lados del Atlántico y catapultaron a Clint Eastwood al estrellato hollywoodense.
De esta forma, el spaghetti western, término acuñado por la crítica para menospreciar a estos filmes rodados con bajo presupuesto, se convirtieron con el tiempo en un género propio que sigue influyendo en cineastas como Quentin Tarantino, Sam Raimi, Robert Rodriguez, John Woo o Alex Cox. Y es que con el voluminoso, amistoso y temperamental Leone llegó la renovación de un género en decadencia. Con una manera más incisiva de mover la cámara y con un acento satírico y extremadamente violento, Leone reinventó el montaje, con tiempos casi muertos, elipsis, rápidas aceleraciones y agresivos zoom, hieratismo gestual, exageración de los detalles y primerísimos planos sostenidos por la música de Ennio Morricone.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"Cuando era joven creían en tres cosas: el marxismo, el poder redentor del cine y la dinamita. Ahora sólo creo en la dinamita."
- 2
"La amistad viril es uno de los temas dominantes en todas mis películas. Se debe a que soy hijo único, nacido tras catorce años de matrimonio, como si fuera un milagro. Nunca tuve el hermano que necesité."
- 3
"Los actores son como los niños. Unas veces resultan adorables y otras los matarías."
- 4
"No hay ya productores, sino especuladores."
- 5
"No puedo ver América de otra manera que con la mirada de un europeo. Me fascina y me aterroriza al mismo tiempo."
- 6
"El mundo está dividido en dos partes amigo, los que tienen la soga al cuello y los que la cortan."
- 7
"En mi infancia, Estados Unidos era como una religión. Luego, en la vida real los estadounidenses entraron en mi vida repentinamente, en jeeps, y comenzaron a molestar a todos mis sueños."
- 8
"Cuando los actores están hartos de repetir, agotados, y prácticamente fuera de sí, es cuando empiezan a trabajar de verdad, sin filigranas y sin pensar en lo que escribirán los críticos.
" - 9
"Si mis peliculas constituían un subgénero? Depende. Los que sí son subgénero son los últimos que han rodado los americanos."