Efemérides

Sam Fuller, el cineasta que metía dinamita en cada plano

Samuel Michael Fuller nació el 12 de agosto de 1912 en la localidad estadounidense de Worcester, Massachusets.

El día del ataque japonés de Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941, Samuel Michael Fuller, al igual que otros miles de jóvenes norteamericanos, servía como voluntario en el ejército. Contaba 29 años, y había empezado sus colaboraciones en prensa siendo adolescente, principalmente en periódicos sensacionalistas. Para entonces ya había vendido algunos guiones y proyectos a compañías cinematográficas y había terminado de escribir una novela.

Le destinaron a la famosa Primera División de Infantería –a la que llamaban Gran Uno Rojo–, de la que fue soldado en el Regimiento de Infantería Dieciséis durante todas sus campañas. Fuller combatió en el Norte de África, Sicilia, Francia -incluido el Día D del Desembarco de Normandía en Omaha Beach-, Bélgica -incluida la batalla de las Ardenas-, Alemania, y, finalmente, en Checoslovaquia, donde su unidad liberó el campo de concentración de Falkenau.

Todas aquellas experiencias bélicas conformaron la espina dorsal de un gran libro, Gran Uno Rojo, en el que trasmitía completamente la brutalidad de la guerra. Pero era evidente que Fuller aspiraba a contar al público lo que había vivido y visto con la mayor energía y contundencia posibles. Y lo hizo desde el cine y desde su primera película, un western atípico I Shot Jesse James. Y nunca dejó de hacerlo en las veintinueve películas más que rodó.

Como el buen periodista que nunca dejó de ser, Fuller tenía el toque incisivo y escudriñador de buen reportero. Exponía los hechos, mostraba a sus personajes en acción y recreaba las situaciones, sin regodearse en la violencia pero sin enmascararla. Fuller no era antibelicista. ¿Cómo serlo, siendo un judío que había pasado por la sangre, el lodo y la porquería del combate?. No pretendía convencer a nadie. Nada de triunfalismos, nada de épica. Nada de soflamas patrióticas en plan John Wayne.

Vividor y con pinta de tipo duro, Sam Fuller tardó treinta años en rodar Uno rojo, división de choque, una de las mejores películas bélicas jamás rodadas, entre otras cosas porque nunca estuvo de acuerdo en que estuviera protagonizada por John Wayne. En general, nunca fue un director de grandes presupuestos. Pero si fue un gran director, de culto, capaz de mezclar en un mismo plano horror y poesía, belleza y crueldad, dolor y coraje. Lo mejor y lo peor del ser humano, directo al corazón.

Algunas de sus frases célebres

  • Imagen: Una película es como una batalla. Amor, odio, acción, violencia y muerte. En una palabra, emoción.
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    "Una película es como una batalla. Amor, odio, acción, violencia y muerte. En una palabra, emoción."

  • Imagen: No hay que hablar de películas, sino hacerlas.
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    "No hay que hablar de películas, sino hacerlas."

  • Imagen: Sobrevivir es la única gloria en la guerra.
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    "Sobrevivir es la única gloria en la guerra."

  • Imagen: Tenemos demasiados intelectuales que tienen miedo de usar la pistola del sentido común.
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    "Tenemos demasiados intelectuales que tienen miedo de usar la pistola del sentido común."

  • Imagen: Todas las guerras, desde el principio de la civilización, se hacen con sangre, son iguales, sólo son diferentes las explicaciones.
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    "Todas las guerras, desde el principio de la civilización, se hacen con sangre, son iguales, sólo son diferentes las explicaciones."

  • Imagen: La guerra es el insulto número uno a la Humanidad.
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    "La guerra es el insulto número uno a la Humanidad."

  • Imagen: La medalla se la merece más el enemigo que consigue dar en el blanco.
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    "La medalla se la merece más el enemigo que consigue dar en el blanco."

  • Imagen: El cine y la prensa son aliados en la lucha contra el totalitarismo.
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    "El cine y la prensa son aliados en la lucha contra el totalitarismo."

  • Imagen: Cuando estés en el campo de batalla, la supervivencia es todo lo que hay.
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    "Cuando estés en el campo de batalla, la supervivencia es todo lo que hay."

  • Imagen: Les debo parecer exótico por mi cabellera blanca y mis puros, algo así como un indio en una reserva.
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    "Les debo parecer exótico por mi cabellera blanca y mis puros, algo así como un indio en una reserva."