Pierre Elliott Trudeau fue el segundo de tres hermanos nacidos de una familia - de madre escocesa y padre francés- acaudalada de Montreal. Fue bien educado: primero por los jesuitas. Después pasó por Harvard, donde rotuló en la puerta de su dormitorio las palabras ciudadano del mundo, renegando de las inclinaciones nacionalistas de su primera juventud. Posteriormente cruzaría el Atlántico para completar su exquisita educación en La Sorbona de París con el filósofo católico Jacques Maritain y en la London School of Economics con el socialista Harold Laski. Entre una cosa y la otra, bellas mujeres y automóviles deportivos.
Trudeau poseía una inteligencia brillante y una personalidad compleja, características muy adecuadas para quien quiere encaminar sus pasos hacia la política. Su carrera fue fulgurante. Fue elegido diputado por primera vez en 1965 por el Partido Liberal, y como ministro de Justicia, ya en 1967, realizó reformas liberales en defensa de los derechos básicos de la mujer -el aborto-, de la pareja -el divorcio-, y del sexo -la homosexualidad-.
En abril de 1968, fue nombrado Primer Ministro en reemplazo de Lester Pearson. Pocos países podían presumir de tener a un Primer Ministro de cuarenta y siete años, soltero y que no llevaba en política más de tres años. ¿Presumir?. Inmediatamente Trudeau disolvió el Parlamento y convocó a elecciones generales, que ganó porque en Canadá se vivía una auténtica trudeaumanía, una oleada de afecto que le sostuvo en el poder más allá de los límites razonables en un país poco acostumbrado a los héroes políticos.
Cuando alcanzó el poder, Trudeau se encontró que Quebec y el Gobierno federal se encontraban en una fase de ruptura. Sin embargo, con su inteligente visión de Canadá como algo más que una simple suma de territorios independientes previó con décadas de adelanto uno de los dramas históricos del mundo de hoy, el separatismo. Una de las armas con las que contó fue el hecho de que Trudeau manejaba perfectamente desde su infancia el francés y el inglés, ventaja que le sirvió para evitar las acusaciones de cualquiera de las dos comunidades rivales del Canadá. Reconoció a Canadá como bilingüe, multicultural, y sin ghettos nacionalistas.
Durante los 16 años de liderazgo gubernamental -brevemente interrumpidos por una derrota en 1979-, Trudeau personificó los cambios políticos y sociales en América del Norte en ocasiones con un estilo irreverente que fascinó y cautivó no solo a Canadá sino al mundo entero. Entre sus logros están haber hecho del francés la lengua oficial junto con el inglés, haber promovido el sistema métrico decimal, combatir a los separatistas de Quebec y reformar la Constitución en 1982. Bueno, y casarse con Margaret Sinclair para formar una de las parejas con más impacto social de la época y ser padres de Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá, el más cool de los gobernantes de todos los tiempos.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"El ingrediente esencial de la política es el tiempo."
- 2
"Ninguna parte de Canadá puede devorar a la otra."
- 3
"El poder solo cansa a los que no lo ejercen.
" - 4
"No existe lugar para el Estado en los dormitorios de la nación."
- 5
"Para ser un hombre libre en Quebec uno tenía que nadar contra la corriente de las ideas dominantes y de las instituciones."
- 6
"Mi vida es una curva larga, llena de puntos de inflexión."
- 7
"Una de las leyes del nacionalismo es que consume más energías en combatir realidades asentadas y difícilmente revocables, que en llegar a acuerdos justos y sensatos."
- 8
"Una sociedad que hace hincapié en la uniformidad es una sociedad que fomenta el odio y la intolerancia."
- 9
"Suerte es cuando la preparación y la oportunidad se encuentran."
- 10
"Mi vida es una curva larga, llena de puntos de inflexión."
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"Nuestras esperanzas son altas. Nuestra fe en la gente es grande. Nuestro coraje es fuerte. Y nuestros sueños para este hermoso país nunca morirán."