A finales de los años veinte, el sistema totalitario impuesto en la Unión Soviética por Stalin permitió realizar una industrialización acelerada, creando una industria básica y un potente complejo militar industrial. A fines de los cincuenta, el modelo se encontraba agotado. Los intentos de Khruschov de reformarlo no dieron los resultados previstos, aunque la agonía del sistema estalinista se prolongó durante dos décadas más gracias a los altos precios del petróleo, principal producto de exportación de la URSS.
La caída de los precios del crudo de principios de los ochenta hizo inviable mantener los niveles de consumo de la población, haciendo evidente que, desde su fundación, la Unión Soviética era un coloso con pies de barro. Esa fue la razón principal del por qué, después de la muerte de Brezhnev, los máximos dirigentes de la URSS plantearon la necesidad de cambios. Los primeros esfuerzos reformistas vinieron de la mano de Andropov. Fue Andropov el responsable del rápido ascenso político de un tal Gorbachov en Stavropol, un típico aparatchik provinciano que había pasado por todos los escalafones burocráticos de la Nomenklatura. Su fulgurante carrera política en el Partido Comunista de la Unión Soviética se consumó al ser nombrado Secretario General en 1985 tras la muerte de Chernenko.
Hasta entonces, poco se sabía de la vida de Gorbachov. Se sabía que, al igual que el ochenta por ciento de los dirigentes soviéticos, había nacido en una familia campesina del sur de Rusia, de la región de Stavropol, uno de los graneros principales del país. Pero su formación distaba mucho de la de la élite. De hecho, era el segundo jurista, después de Lenin, elegido como máximo gobernante de la URSS. Además, había estudiado en la prestigiosa Universidad Lomonosov de Moscú, no en centros de enseñanza de tercera fila para cuadros del partido. Gorbachov personificaba el cambio generacional. Tanto él como la mayoría de sus colaboradores eran personas de un nivel cultural mucho más alto que el de los dirigentes anteriores.
Inmediatamente pondría en marcha un programa de gobierno que se resumen en dos palabras, glasnost –transparencia- y perestroika –reestructuración-. La primera se produjo primero y con más facilidad que la reconstrucción económica, el principal de sus principales fracasos. Jamás un líder soviético había captado, en tan poco tiempo, la atención y apoyos del mundo. Incluso fue alabado por Margaret Thatcher, quien fue la primera dirigente occidental que valoró el alcance de su valía.
Posiblemente, el fracaso de su reforma económica y el empobrecimiento de la población fueron el caldo de cultivo para el intento de golpe de Estado de 1991, que lo obligó a retirarse de la política, habiéndose ganado la popularidad en Occidente y las más acérrimas críticas en una Unión Soviética a punto de desmembrarse.
Algunas de sus frases célebres
- 1
"El mercado no es un invento del capitalismo. Siempre ha existido. Es un invento de la civilización."
- 2
"La humanidad ya no puede tolerar más el hecho de que cada año mueran millones de niños."
- 3
"Queremos que en todo país la gente disfrute de prosperidad, bienestar y felicidad. Alcanzaremos esa meta si vamos hacia un mundo que esté libre de las armas nucleares.
" - 4
"Hoy, más que nunca, es necesaria la unión de todos los que creen en la perestroika y de todos los que son leales y están interesados en ella, y pienso que la sociedad en su mayoría cree y está interesada en ella."
- 5
"Con tantos problemas esperando solución, es un lujo demasiado grande dedicarse ahora a juegos políticos."
- 6
"El pueblo soviético ha sufrido mucho. Y se deben extraer consecuencias de lo que hemos vivido."